Entrevista a Hind El Fadli Rzigui, activista contra la islamofobia de género, realizada por Lorena Escandell para El Salto. (Foto: Irene Maciá)
Las movilizó una cuenta de Instagram. Ahora, funcionan sobre todo a través de un grupo de WhatsApp, donde se conectan, apoyan y plantean resistencias a una sociedad que limita sus aspiraciones: por su religión, por sus orígenes, por su género, por su edad… G-CHIME es, desde 2018, una referencia para jóvenes musulmanas de Elche, un espacio desde donde reivindican su diversidad y sus derechos. La activista contra la islamofobia de género Hind El Fadli Rzigui (Larache, Marruecos, 1999) hizo el primer clic.
Todo empezó con un Bismillah…
Volvía de un viaje a Rumania con la Red Acoge, muy animada después de hablar con otros compañeros de Barcelona, Madrid, Murcia… de las dificultades para crear una comunidad musulmana joven aquí. Me dieron ideas. Y, al volver, abrí la cuenta de Instagram para intentar crear un grupo y empezar a quedar, hablar, compartir recursos… Lo siguiente fue un macroiftar para jóvenes con Elche Acoge. Y las primeras compañeras empezaron a contactar.
El grupo es una familia-refugio para nosotras: encontramos información, formas de participar en la comunidad y también apoyo. Hablar y compartir situaciones nos ha hecho ver nuestras carencias porque, muchas veces, nos sentimos en tierra de nadie, sobre todo las inmigrantes, que soportamos una triple discriminación: por ser mujeres jóvenes, migradas y, encima, musulmanas. Todo a la vez. Por ejemplo, en Marruecos, soy la europea. Aquí, la africana. Entonces, ¿quién soy? G-CHIME es el espacio que nos ayuda a no pensar en quiénes somos para el resto, sino para nosotras mismas. Y, si tenemos dudas, seguro que encontramos a alguien con quien conectar, porque somos muy diversas. Queremos crear espacios propios desde donde reivindicar nuestro sitio en la sociedad.
Cuéntame más sobre los espacios propios…
Hablar entre nosotras nos ha hecho más conscientes de que en realidad no tenemos espacios propios. Por un lado, algunos grupos feministas nos cuestionan todo el tiempo. Dicen que el islam es una religión patriarcal, machista y hasta misógina. Hay toda una corriente que defiende la exclusión de las musulmanas en el feminismo, entre ellas Najat el Hashmi o Mimunt Hamido. Por otro, las comunidades islámicas nos cuestionan alegando que nuestra lucha no es necesaria. Sin embargo, debido al patriarcado, las mujeres hemos perdido estatus en la sociedad musulmana. En la época del profeta, ocupábamos cargos y espacios de relevancia social. Había políticas, profesoras, enfermeras, vendedoras, vigilantes… De hecho, Aisha, una de las esposas del profeta, lideró un grupo del ejército. En cambio, esta presencia tan poderosa de las mujeres no es tan común hoy. A los hombres de nuestra comunidad les cuesta asimilar nuestra presencia porque están acostumbrados al silencio impuesto por el patriarcado.
G-CHIME es el espacio que nos ayuda a no pensar en quiénes somos para el resto, sino para nosotras mismas.
Una de nuestras labores es recordar que las mujeres tenemos voz y voto en el islam y que nuestro lugar, muy a su pesar, no está detrás de una cortina. Después de varios debates, desde G-CHIME planteamos espacios no mixtos, para poder ser y sentirnos sin ser ocupadas por los hombres. Y también procurar espacios exclusivos para musulmanas, para sentirnos totalmente libres, sin ser juzgadas ni cuestionadas. Porque, claro, si no tenemos espacio en la comunidad islámica porque se nos pone detrás de una cortina ni en el resto de la sociedad, tampoco en los espacios feministas, porque no se nos tiene en cuenta, entonces ¿qué hacemos?, ¿dónde estamos?… En estos espacios de mujeres musulmanas encontramos nuestro sitio.
En Instagram decís que no encontrasteis refugio en vuestros mayores y en vuestras mezquitas…
La comunidad musulmana en Elche no nos apoya porque la mayoría cree que lo que hacemos no es necesario. No entienden que, como jóvenes, necesitamos espacios propios para encontrarnos, apoyarnos y crear, también desde la religión. Aun así, estamos consiguiendo cambiar ciertas actitudes y que nuestras ideas lleguen. Ya tenemos el apoyo de una de las cinco mezquitas de la ciudad y yo misma, de hecho, me acabo de incorporar a la directiva de la comunidad islámica Aljitab, siendo la única mujer que lo ha conseguido en Elche.
¿Y cómo te sientes?
Estar ahí entre todos esos hombres es un poco incómodo, aunque también me hace sentir fuerte y me ayuda a creer en un futuro más igualitario. Confío en que otra mezquita incorpore a otra mujer pronto, luego vendrá otra, y otra, y así hasta recuperar nuestro lugar en la sociedad musulmana.
¿Qué objetivos tiene G-CHIME?
Por un lado, concienciar y sensibilizar a la sociedad no musulmana para que pueda conocernos y tenernos en cuenta en los espacios, que también son nuestros, aunque se nos desplace. La mayoría de las compañeras de G-CHIME son nacidas en España, las inmigrantes somos minoría, pero esto nunca se juzga así. Entonces, la idea es desmontar prejuicios, como que ser musulmana implica ser inmigrante, que todas llevamos pañuelo, que quienes lo llevamos estamos oprimidas o que las que no son más liberales. También queremos ser referencia para las mujeres musulmanas de Elche: apoyarnos, asesorarnos, acompañarnos… Desde acoger y facilitar recursos a aquellas que llegan nuevas al municipio hasta facilitar información sobre nuestros derechos. Hay mucha confusión en relación al pañuelo, por ponerte un caso: muchas desconocen que tenemos derecho a llevarlo porque forma parte de nuestra identidad. Por último, reempoderarnos. Las musulmanas tenemos mucha fuerza, pero lo vamos perdiendo por agotamiento, así que intentamos reavivirla y conectarla con otras, para crear también los referentes que nos faltan.
Los objetivos de G-CHIME son concienciar y sensibilizar a la sociedad no musulmana para que pueda conocernos y tenernos en cuenta en los espacios, que también son nuestros, aunque se nos desplace.
Lleváis un registro de agresiones islamófobas…
Sí, desde que empezamos, para intentar documentar los ataques de islamofobia y los ataques de odio en Elche. Compartimos los datos con la Asociación Musulmana por los Derechos Humanos para integrarlos en otros registros por regiones, países… Tenemos 22 registros entre diciembre y junio, son insultos y vejaciones sobre todo.
¿Están incluidos los registros de chicas con hiyab en la Selectividad?
Sí, porque implica humillación. Son registros selectivos. Las apartan del grupo y las llevan al baño, cuando podrían pedirles que se descubrieran las orejas, como hacen cuando alguien tiene el pelo largo. Imagina lo que eso implica para ellas, y justo antes de un examen tan importante. De hecho, como esto ocurrió en la UMH en 2018, este año, días antes, ya había chicas nerviosas, preguntándonos qué hacer.
¿Algún otro ejemplo de islamofobia institucional cotidiana?
En la Concejalía de Igualdad nos dijeron que la gente no se tiene que acostumbrar a nuestro pañuelo, sino que somos nosotras las que tenemos que desnormalizar su uso. Es la misma área que, al constituirnos, nos derivó a la Oficina PANGEA de Elche, que atienden a población migrada y refugiada, ¡cuando la mayoría de las chicas de la asociación son españolas!, porque la Casa de la Dona, dicen, no tiene que ver con nuestros objetivos. En los centros de estudio, por ejemplo, el uso del hiyab se plantea como problemático para hacer prácticas, entonces los tutores tratan de convencer a las chicas para que se lo quiten. En lugar de apoyar nuestra decisión, nos niegan cualquier oportunidad. Y luego, en los trabajos, se nos dice que, por ser jóvenes, se espera que tengamos la mente más abierta. Nos juzgan todo el tiempo por ser musulmanas, migradas, jóvenes…
Lograr un bloque de jóvenes musulmanas el 8M fue una experiencia muy poderosa
¿Y acoso escolar?
También. Hace poco, intervenimos en una situación en que una maestra ignoraba y aislaba tanto al niño como a su madre. Tenemos constancia de más experiencias violentas en los centros. De hecho, en el grupo, muchas lo hemos sufrido. En mi caso, en el colegio, me dejaron bien claro que no me querían allí desde el principio. Llegué a pensar que se debía a que acababa de llegar y que el hecho de no dominar el idioma, entre otras cosas, influían en “no encajar” o “no estar integrada”. Sin embargo, sentí el rechazo de mis compañeros de clase hasta el último año de instituto. Fue entonces cuando me di cuenta de que yo no era el problema y fue precisamente esta experiencia la que me animó a buscar y crear espacios como G-CHIME, porque sabía que no lo habría vivido igual de tener un grupo de apoyo.
¿Cómo trabajáis la islamofobia en institutos?
Se plantean como encuentros que facilitan algunas docentes amigas para que la gente joven pueda conocer a personas musulmanas y compartir dudas. Estos encuentros nos permiten acercarnos, conocernos y conectar, porque no tomamos conciencia por ir una charla, pero sí a través de la historia y las experiencias de vida de gente cercana, por eso también organizamos convivencias con otras compañeras no musulmanas y con otros colectivos.
¿Qué otras actividades habéis impulsado?
Movilizaciones de apoyo a las temporeras de Huelva y por el atentado de Nueva Zelanda, un acto reivindicativo del uso del hiyab con otras compañeras feministas no musulmanas, una acción humanitaria (El bocadillo solidario) por Murcia con Nabdat Amal de Cartagena y la Asociación de Jóvenes Ben Arbi de Lorca, un encuentro de mujeres a beneficio de Palestina en colaboración con Human Appeal y otro sobre mujeres y migración para la nueva mezquita del Sector V… Procuramos crear espacios de encuentro entre mujeres en torno al Corán y las culturas árabes, con mercadillos, tatuajes de henna y comida árabe, porque no los hemos tenido hasta ahora.
Fuisteis muy visibles en las movilizaciones del 8M.
Logramos crear un bloque de musulmanas en la manifestación. Al anunciar en Instagram que participaríamos, se sumaron otras chicas que no conocíamos. Muchas querían ir desde el principio, pero no se planteaban hacerlo solas. Tener la posibilidad de hacerlo juntas, unidas, apoyándonos, fue muy emocionante y poderoso.
¿Estáis conectadas con más grupos?
Formamos parte de ReFAL, la Red Española de la Fundación Anna Lindh, para colaborar con otras organizaciones del Mediterráneo. También colaboramos con la Asociación Cultural Iqraa repartiendo libros en castellano sobre el islam, para dar a conocer el mensaje que seguimos, entre ellos: La mujer en el islam, Perspectiva islámica del sexo, El profeta Muhammad, modelo para la humanidad, Diálogo entre un profesor ateo y un estudiante musulmán o Guía ilustrada para entender el islam. En el último Ramadán, hicimos donaciones a algunas mezquitas para que los tengan como ejemplares de consulta, ya que no es habitual encontrar libros sobre mujeres y sexualidad.
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