Según el último Índice de Paz Global (2024) [1] el número de conflictos activos hasta la fecha -56 en 2022- es el mayor desde la Segunda Guerra Mundial, con enfrentamientos cada vez más internacionalizados -92 países están involucrados en conflictos fuera de sus fronteras-. El índice apunta a que el mundo se ha vuelto menos estable en los últimos años, con aumentos en la inestabilidad política, el número de guerras, las muertes por enfrentamientos y las manifestaciones violentas.
Afortunadamente, a la vez que aumentan los conflictos y los daños derivados de los mismos, también aumentan el número de actores que tratan de resolverlos y de consolidar procesos de paz. Entre estos actores, los más reconocidos son los Estados o las Organizaciones Internacionales, como Naciones Unidas. Sin embargo, existen otros actores que, aunque carezcan de la oficialidad de los anteriores, tienen poder de influencia a la hora de buscar la instauración y el mantenimiento de la paz. Entre ellos destacan las religiones, en las que nos centraremos en el presente texto.
A la vez que aumentan los conflictos y los daños derivados de los mismos, también aumentan el número de actores que tratan de resolverlos y de consolidar procesos de paz.
Existe en el imaginario colectivo, sobre todo en las sociedades más secularizadas, una tendencia a vincular, erróneamente, las religiones con la violencia y los conflictos. Sin embargo, esto no es más que una creencia prejuiciosa derivada de una falta de comprensión de las raíces de los conflictos, así como de una ignorancia generalizada hacia las religiones. No hay evidencia alguna entre la presencia o ausencia de creencias religiosas y los conflictos. En un análisis estadístico del Institute for Economics and Peace se constató que, de entre los 10 países más pacíficos, 3 eran altamente religiosos, mientras que de los 10 menos pacíficos, 2 eran de los menos religiosos, por lo que la ausencia de creencias no implica sociedades más pacíficas [2]. Este análisis reveló que hay factores, tales como la corrupción, la inestabilidad y el terror político, la desigualdad económica o de cualquier otro tipo, que son mucho más determinantes para impulsar la violencia y el conflicto que la presencia de creencias religiosas. De hecho, lo que se encontró fue que aquellos países con mayor membresía de grupos religiosos tendían a ser ligeramente más pacíficos, mientras que los países con menor diversidad religiosa tendían a ser menos pacíficos [2].
Otro apunte es que los países más pacíficos son los que se relacionan con mayores grados de diversidad y libertad religiosa, lo cual incluye tanto las leyes formales que garantizan los derechos y libertades básicos como las normas sociales y culturales informales relacionadas con el comportamiento de la ciudadanía [2]. Esto supone un reto, sobre todo para aquellas sociedades más secularizadas, el de abrirse a las oportunidades que la pluralidad religiosa puede aportar a la sociedad.
Las religiones contribuyen a la construcción de cohesión social, lo que puede fortalecer los vínculos entre la ciudadanía y fortalecer los lazos de paz.
Según la base de datos del Proyecto Religion and Nonviolent Action (RNVA) del Institute of Peace de EEUU (USIP) [3] más de la mitad de las campañas no violentas desarrolladas desde la II Guerra Mundial han contado con algún tipo de componente religioso. Los diferentes actores religiosos se involucran con la resolución de conflictos y la paz de formas variadas: roles de mediación en enfrentamientos, fomento de la reconciliación, movilización de comunidades por la paz, apoyo a los afectados, participación en diversas actividades, etc. [4].
Para entender la importancia de las creencias religiosas en la instalación y el mantenimiento de la paz hay que considerar la gran influencia de los actores religiosos. Los líderes espirituales son figuras de autoridad que cuentan con un prestigio del que carece cualquier otro actor laico, ya que tienen fuertes raíces y vínculos con las comunidades. Las religiones contribuyen a la construcción de cohesión social, lo que puede fortalecer los vínculos entre la ciudadanía y fortalecer los lazos de paz [2]. Además, en ocasiones las religiones cuentan con organizaciones o estructuras desde las que es más fácil desarrollar actividades y canalizar la ayuda para la construcción de la paz. El apoyo de las instituciones religiosas puede hasta duplicar las posibilidades de conseguir la paz [5].
Otro aspecto crucial para comprender la importancia del rol pacificador de la religión son los valores espirituales, los cuales son una fuente de construcción de normas culturales de las que se derivan concepciones particulares sobre los aspectos más trascendentales de la vida humana. Si bien cada religión tiene sus propias normas y principios, todas ellas comparten una aspiración por vivir en un mundo pacífico, armonioso y en coexistencia.
La religión tiene un impacto directo en la conceptualización de la paz, ya que desarrolla sus principios morales y éticos.
Si se analiza el caso particular del islam, debido a la gran importancia que adquiere la religión en las sociedades musulmanas, es fácil comprender por qué la religión tiene un impacto directo en la conceptualización de la paz, ya que desarrolla sus principios morales y éticos [4]. El islam es una religión de paz. La propia palabra islam, comparte raíz isalm con la palabra paz en árabe salaam. Un análisis de las fuentes oficiales del islam, el Corán y los Hadices (o tradiciones atribuidas al profeta Muhammad), revela una serie de principios que podrían ser útiles ya no solo para resolver conflictos existentes, sino también para ganar mayor estabilidad en cualquier circunstancia y contexto. Algunos son: Tawhid (Unidad de Dios), la moral social e individual, los conceptos de igualdad, justicia, tolerancia, pluralismo y un largo etcétera. En general, las fuentes originales del islam están repletas de mensajes que impulsan hacia el control de aquellos impulsos más conflictivos, como el egoísmo, la violencia o la arrogancia, por ejemplo, y la expansión de los más buenos, como la compasión o el perdón, entre otros.
Así, si se deja de lado la mirada islamófoba, los discursos de odio y diferenciación, sería posible ver en el islam una potencial fuente de inspiración, al igual que otras religiones, para la reflexión hacia la resolución de los conflictos y la construcción de sociedades más cohesionadas y pacíficas que velan por el bienestar de todas las personas y del medioambiente.
Sin duda, hay otros factores que se relacionan antes que la religión con el mantenimiento de sociedades pacíficas, como la igualdad económica, el bienestar individual, social y medioambiental o la estabilidad política, entre otros. Aun así, es importante reconocer la función positiva que las religiones pueden llegar a tener como fuentes transformadoras por la paz, ya que, desde sus instituciones, organizaciones y representantes, pueden llegar a ser clave para facilitar procesos de paz en diversos lugares y contextos.
Notas
[1] Institute for Economics & Peace (2024). Global Peace Index 2024. Consultado en: https://www.economicsandpeace.org/
[2] Institute for Economics & Peace (2014). Five key questions answered on the link between Peace & Religion. Disponible en: https://www.economicsandpeace.org/wp-content/uploads/2015/06/Peace-and-Religion-Report.pdf
[3] Klocek, J. (2024). Religion and Nonviolent Action (RNVA) Dataset. Harvard Dataverse. Consultado en: https://doi.org/10.7910/DVN/FKVA0G
[4] Bouta, T., Kadayifci-Orellana, S.A. & Abu-Nimer, M. (2005). Faith-Based Peace-Building: Mapping and Analysis of Christian, Muslim and MultiFaith Actors, The Hague, Clingendael; Washington, DC, Salam Institute for Peace and Justice. Consultado en: https://www.clingendael.org/publication/faith-based-peace-building-mapping-and-analysis-christian-muslim-and-multi-faith-actors
[5] Klocek, J., Rivers, M. & Tombe, S. (2021). New Evidence: How Religion Aids Peaceful Change. United States Institute of Peace, Consultado en: https://www.usip.org/publications/2021/09/new-evidence-how-religion-aids-peaceful-change
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