Los sucesos en Palestina y la actuación contraria al derecho internacional del gobierno israelí ha levantado oposiciones y críticas por todos los lugares del mundo. Si bien la posición institucional de muchos países sigue siendo pro-Israel, la conducta genocida israelí y las continuadas muertes en Palestina están disminuyendo la simpatía internacional en términos de opinión pública. Así lo indica una noticia aparecida en la revista Time [1], que remitía a una encuesta de Morning Consult en la que se aprecia una significante caída de la favorabilidad hacia el gobierno israelí desde el comienzo de la guerra en Gaza, en octubre de 2023, con una disminución del 18,5%. Favorabilidad que ha disminuido en 42 de los 43 países consultados. De forma similar, un análisis de YouGov [2], una compañía internacional de investigación de mercados y análisis de datos, mostraba un aumento de la simpatía con el pueblo palestino en países europeos, siendo España el país más pro-palestino de todos, con un 27% de simpatizantes .
Si bien cabe considerar que la sociedad internacional está volcada con el alto al fuego en Palestina, la historia y el presente del conflicto permanecen difusos en el imaginario colectivo internacional. Desde antes del nacimiento de Israel como nación en 1948 se ha venido expandiendo por todo el mundo un discurso sionista muy poderoso que ha contado con los medios de difusión suficientes para calar en las conciencias de muchos ciudadanos y ciudadanas en todas partes del mundo. Esta narrativa, más que aportar una visión objetiva y empírica de la historia y del presente del conflicto, se aferra a los intereses del proyecto político-nacionalista sionista, distorsionando la historia y la realidad del conflicto a sus necesidades.
Cada vez es más frecuente encontrarse con noticias que, lejos de ser informativas y objetivas, tienen un carácter determinado, sensacionalista o interesado.
Este fenómeno, el de la desinformación, forma parte de la realidad del actual mundo globalizado e hiperconectado, y se ha servido de las nuevas tecnologías y los medios de comunicación para extenderse por todos los lugares y ámbitos imaginables. En este sentido, el término de posverdad hace referencia a la distorsión deliberada de una realidad con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales. Es decir, se refiere a la difusión de información no objetiva con la intención de generar ciertas emociones o actitudes en los receptores, tales como el miedo, el rechazo, el desprestigio de algún grupo o individuo, etc. Así, frente a una cotidianidad caracterizada por un continuo e inmediato bombardeo noticiario, cada vez es más frecuente encontrarse con noticias que, lejos de ser informativas y objetivas, tienen un carácter determinado, sensacionalista o interesado .
Si bien los medios de comunicación han sido desde el inicio de los tiempos un arma política, sobre todo en situaciones de conflicto, los fenómenos de la desinformación y la posverdad han incrementado el riesgo de los mismos. Esto es un problema general que se interpone entre los y las ciudadanas que intentan informarse de la realidad, y los intereses políticos, económicos e ideológicos de ciertas figuras o grupos con el poder de influir en la comunicación mediática.
Pese a que la mayoría de personas consideren que tienen la suficiente capacidad crítica para diferenciar entre los datos verdaderos y los falsos, una encuesta realizada por Simple Lógica [3], una empresa especializada en investigación social, demuestra que no es así. De los españoles encuestados, el 60% creía saber detectar noticias falsas, pero la realidad es que el 86% las confundió y solo el 14% las diferenció. En relación con este estudio, afirmaba Antonio L. Manzanero, director del Grupo de Investigación en Psicología del Testimonio de la UCM, que “el efecto de las noticias falsas sobre la memoria individual es importante, siendo potencialmente capaz de re-escribir la historia”.
La reconstrucción de la historia y la realidad social se enredan con las ideas y opiniones abiertamente falsas que son difundidas por políticos, figuras importantes e incluso medios de comunicación “fiables”.
Desde el siglo pasado, historiadores como Hayden White [4] o Eric Wolf [5] han argumentado sobre la imposibilidad de la positividad y la objetividad en la historia, al entender que ésta se construye sobre la base de relatos y datos a los que el o la historiadora va dando forma desde una perspectiva particular y que, por tanto, siempre hay un componente literario o de creación humana en la recomposición de los hechos históricos. En este sentido, algunos pensadores teóricos han reflexionado sobre la posibilidad de conocer la realidad social de forma empírica, y han considerado que la verdad tiene que ver más con las relaciones sociales que con una realidad social objetiva en sí misma [6]. Así, cabe entender la verdad sobre el mundo como una realidad poliédrica que se compone de diversas narrativas y no como un todo estructurado [7].
Estos planteamientos sociológicos muestran la gran dificultad de aproximarnos a la historia y a la realidad social e internacional de forma objetiva. Y, aun así, la experiencia de la desinformación y la posverdad en las últimas décadas ha complicado aún más esta situación. La reconstrucción de la historia y la realidad social se enredan con las ideas y opiniones abiertamente falsas que son difundidas por políticos, figuras importantes e incluso medios de comunicación “fiables”, que priorizan sus intereses sobre la objetividad de la realidad histórica y social. Como se venía comentando antes, el sionismo [8] no se queda atrás en esta empresa, sino que también se ha beneficiado de esta realidad para distorsionar la historia y el presente del conflicto hasta hacerlo cuadrar con las percepciones e intereses propios, así como para generar y expandir un discurso que demoniza al pueblo palestino.
A su vez, estas ideas falsas han sido difundidas en medios de comunicación internacionales, así como por otros líderes políticos e ideológicos. Un ejemplo de ello es el uso de la palabra “antisemita” en el contexto internacional, en referencia a la discriminación contra los judíos. El-Awawdeh de la Torre [9] sostiene que “semita” remite a los pueblos y lenguas que convivieron en Oriente Medio, de las que aún permanecen vivas tres: el árabe, el etíope y el hebreo, representando la última un 1% del total. Así, cabe considerar que el entendimiento de “antisemita” en referencia a aquellas personas o actos contrarios al gobierno israelí, es una apropiación del término por parte del sionismo. Tras esta reflexión y aclarar que los palestinos son también semitas, El-Awawdeh [10] se pregunta “¿quiénes son y quiénes actúan como antisemitas?”.
Son términos, conceptos e ideas distorsionadas que se esparcen por el espacio internacional y se dan por sentadas, sin antes haberse cuestionado su procedencia ni veracidad. Lo vemos cuando, por ejemplo, se habla del Estado de Israel como un Estado de pleno derecho, a pesar de que haya sido construido contrariando el derecho internacional. Pasa también cuando se difunden sin filtros noticias sin haberlas corroborado, como cuando personalidades tan importantes como el presidente de los Estados Unidos anuncian masacres por parte de los palestinos que luego han resultado falsas. O, a la inversa, cuando se blanquea o silencia la dura realidad a la que los israelíes someten a diario a los palestinos.
Y esto es posible apreciarlo no solo en el ámbito político y en el de la comunicación o las redes sociales. También es posible encontrar desinformación en el ocio. Es el caso, por ejemplo, de series y películas que se ofrecen en plataformas como Netflix. Comentan Hadwa Shahwan y Jofre Leal [11] que series como “One Of Us” o “Poco Ortodoxa”, tienen un bagaje sionista y una clara intencionalidad de manipulación. En este caso, esas series tratan de mimetizar la religión judía con lo israelí y desprestigiar otras interpretaciones y entendimientos del judaísmo alejados de los ideales del sionismo, a partir de la búsqueda del rechazo en el público hacia esta religión y el blanqueamiento de lo israelí, al presentarlo desde ideales occidentalizados y “abiertos”.
Por ello, es interesante remarcar que la forma en la que desde el gobierno israelí se entiende y practica el judaísmo, no representa en absoluto la totalidad de la religión. El judaísmo es una religión universal, que pertenece a sus creyentes, y dentro de la misma no solo cuenta la individualidad de cada cual, sino que es posible apreciar diversas interpretaciones, sensibilidades y grupos religiosos. De hecho, muchos judíos y judías de distintas tendencias se oponen por completo al gobierno israelí e incluso cuestionan la propia existencia de Israel, por considerar que, no solo no representan la voluntad del pueblo judío, sino que son una muestra del imperialismo, además de condenar a los actos genocidas contra el pueblo palestino.
En este sentido, cabe mencionar la existencia de múltiples y diversos grupos que, desde la religión judía, se oponen a Israel. Entre ellos, cabría mencionar a Breaking The Silence (BTS), Shovrim Shtika en hebreo, una ONG israelí fundada por veteranos de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) que cuentan su dramática experiencia en los territorios palestinos. En este sentido, también están los Xeministim, estudiantes israelíes que se niegan a incorporarse al ejército. Otro ejemplo interesante es Neturei Karta, Guardianes de la Ciudad en español, que es una organización judía religiosa, conservadora, que se opone al sionismo, a la ocupación del pueblo palestino y a Israel como Estado, basándose en la idea de que a los judíos se les prohíbe tener su propio Estado hasta la llegada del Mesías.
Visibilizar la oposición judía a Israel posibilita desmontar la desinformación sionista y desechar aquellas consideraciones que entienden el conflicto desde un calibre religioso.
También, es posible encontrar ejemplos de organizaciones y asociaciones de judíos en el ámbito internacional que se oponen a la guerra, tales como Jewish Voice for Peace en Estados Unidos, Jews for Justice for Palestinians en Gran Bretaña o European Jews for a Just Peace (EJJP) en Europa. Así pues, no cabe obviar la fuerte crítica hacía Israel encabezada por personas y grupos religiosos o laicos judíos, pese a los intentos sionistas por acaparar la representación del judaísmo en su totalidad, de imponer su verdad sobre el mundo entero y de invisibilizar sus actos genocidas desde hace más de 70 años.
Visibilizar la oposición judía a Israel posibilita, por un lado, desmontar la desinformación sionista. Y, además, permite desechar aquellas consideraciones, también muy expandidas en el imaginario internacional, que entienden el conflicto desde un calibre religioso. No se trata de una guerra entre hebreos y árabes, ni entre judíos y musulmanes. Esa creencia no es más que otra falsa idea para despistar a la sociedad de la realidad y de los cruentos actos israelíes: los ataques indiscriminados, la destrucción de los hogares, de las ciudades y de todo aquello que recuerde a Palestina, los desplazamientos forzados, el sometimiento al hambre y a duras condiciones de existencia, así como las más de 30.000 víctimas mortales del lado palestino, de las que en torno a la mitad son menores de edad.
Se mencionaba al principio del texto la caída de la imagen del gobierno israelí en términos de opinión pública internacional. También, se ha comentado la crítica de los judíos opuestos al sionismo y a Israel. Sin embargo, dado los acontecimientos actuales, cabría preguntarse cómo la caída de la opinión pública no es drástica. Aquí, influye la actividad de la desinformación sionista, cuya intención última es desprestigiar a los palestinos, presentándolos al público como los “incivilizados y violentos”, a la par que crear una imagen de los israelíes como los “victimizados, los de la razón y los del progreso”. Y ello, a la vez que se perpetúa la masacre en Palestina ante toda la comunidad internacional, acompañada de declaraciones abiertamente genocidas procedentes de las más altas esferas del gobierno israelí.
Ante esta situación, cabe enfatizar que no hay ni “malos” ni “buenos”, así como tampoco hay una verdad absoluta ni una versión definitiva sobre los hechos. Hoy, uno de los principales obstáculos al acceso del público a información objetiva y de calidad es la desinformación, la posverdad y las mentiras directas. Frente a este desafío, lo que nos queda a los ciudadanos y ciudadanas a la hora de informarnos sobre cualquier aspecto es el pensamiento crítico y dudar sobre qué, quién, cuándo y con qué intención se dice o publica cualquier información. Y, frente a aquellos aspectos que no nos convencen, hay que construir contra-narrativas que, desde la base de la sociedad, desmientan las falsedades que buscan la construcción de una realidad basada en los intereses de ciertas personalidades y grupos de poder.
Ainara García Sánchez
Referencias
[1] Gordon, A. (2024) “New Polling Shows How Much Global Support Israel Has Lost”. The Time, 17 de enero de 2024. Disponible en: https://time.com/6559293/morning-consult-israel-global-opinion/
[2] Simth, M. (2023). “Israel-Palestine: fundamental attitudes to the conflict among Western Europeans”. YouGov. 20 de diciembre de 2023. Disponible en: https://yougov.co.uk/politics/articles/48218-israel-palestine-fundamental-attitudes-to-the-conflict-among-western-europeans
[3] Simple Lógica (2017). «I Estudio sobre el impacto de las Fake News en España”. Disponible en: https://www.simplelogica.com/wp-content/uploads/2018/10/estudiopescanova.pdf
[4] White, H. (1973). Metahistory: The History Imagination in Nineteenth-Century Europe. Johns Hopkins University Press.
[5] Wolf, E. (1982). Europe and the prople without history. University of California Press.
[6] Berger, P. L. y Luckmann, T. (1986). La construcción social de la realidad. Amorrortu.
[7] Lyotard, J.F. (1979). La Condition postmoderne: Rapport sur le savoir. Minuit.
[8] Cabe recordar que el sionismo es una ideología y un movimiento político nacionalista que aboga por la creación de un Estado exclusivo para judíos en, lo que consideran la Tierra prometida, territorio perteneciente a la antigua Palestina. No confundir con judaísmo, que es la religión judía.
[9] El-Awawdeh de la Torre, S. (2023). “La guerra de la desinformación: desmontando mitos sionistas”. El Salto Blog, 19 de octubre de 2023. Disponible en: https://www.elsaltodiario.com/revista-pueblos/guerra-desinformacion-desmontando-mitos-sionistas
[10] Idem.
[11] Hadwa Shahwan, N. y Jofre Leal, P. (2020). “Manipulación y desinformación como estrategias del sionismo”. TeleSUR Blog. 19 de abril de 2020. Disponible en: https://www.telesurtv.net/bloggers/Manipulacion-y-desinformacion-como-estrategias-del-sionismo-20200419-0001.html
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