Con motivo del día internacional de la Mujer, la Fundación de Cultura Islámica entrevistó a Maysoun Douas, experta en innovación, Doctora en física y concejala del Ayuntamiento de Madrid. Su interdisciplinariedad le ha llevado a desarrollar competencias en Innovación, Empleo y Emprendimiento. Además, ha trabajado de la mano de la Comisión Europea y en 2021 fue premiada dentro del Top 100 mujeres líderes en España.
Eres doctora en física y experta en innovación. Las ciencias naturales, el emprendimiento e incluso la política son campos tradicionalmente masculinizados, ¿cómo decidiste adentrarte en ese mundo y cómo viviste la experiencia como mujer musulmana?
Yo creo que todos los campos que citas, más que ser predominantemente masculinos, tienen una característica en común: necesitas tiempo para dedicarte a ello. Necesitas tener ese espacio para profundizar en ellos, hacer tu red social, hacer tus lecturas, contrastar tus ideas, viajar, conocer, y todo eso requiere muchísimo tiempo. Creo que ese es nuestro gran reto como mujeres, reclamar ese tiempo nuestro para dedicarlo a eso que queremos, en lugar de estar condicionadas por la cultura, o por cualquier otra cosa que nos impida desarrollarnos plenamente en aquello que deseamos.
Ser polifacética hoy en día tiene muchas ventajas. En tu caso, ¿cómo crees que ha afectado a tu labor este hecho? ¿Cuáles crees que son los mayores beneficios que aportas a la sociedad?
Me adentré por curiosidad en cada uno de esos campos y me quedé ahí porque me sentía muy a gusto y, sobre todo, porque veía que podía aportar algo a la sociedad; por ejemplo, con mi tesis doctoral y con mi visión sobre la carrera de investigación. En el emprendimiento experimenté en primera persona todos los retos que tienen las mujeres, pero también todos los retos que tiene el emprendimiento en general, como actividad profesional. El campo de la innovación, creo que es lo que me fascina, lo que mejor se me da y la aportación que yo hago al ecosistema, el poder conectar personas, ideas, proyectos o soluciones.
En política, yo creo que todos estamos llamados a participar en lo común. Todos tenemos esa responsabilidad ciudadana de contribuir a que la gestión pública también conozca nuestras necesidades y preocupaciones. Y una vez dentro, te vas dando cuenta de que, realmente, sí hace falta ese rol diverso, en el contexto político, sobre todo en la política cotidiana.
En política, yo creo que todos estamos llamados a participar en lo común. Todos tenemos esa responsabilidad ciudadana de contribuir a que la gestión pública también conozca nuestras necesidades y preocupaciones.
Últimamente, el tema candente en Madrid es que los musulmanes no tenemos donde caer muertos y muertas, no tenemos un cementerio público, tampoco un cementerio privado al que dirigirnos en caso de defunción, y tener así una sepultura según nuestra religión. Esta cuestión ya está recogida en varios artículos, no solo en el del 92 [el Acuerdo de Cooperación del Estado con la Comisión Islámica de España], sino también en el del 80 [ley de Libertad Religiosa]. Hay muchos artículos que avalan y reconocen el derecho a sepultura y que no haya discriminación por cuestiones de fe y de religión.
Eres una mujer visiblemente musulmana que ha ejercido un cargo de representación en una candidatura de izquierdas. Teniendo en cuenta que una parte importante de la izquierda tiende a definirse como laica o incluso como antirreligiosa, y que existe además un discurso emergente por parte de personas de origen musulmán que afirma la incompatibilidad entre feminismo o izquierda e islam, ¿cómo ha sido la experiencia? ¿Ha influido en tu trabajo político de alguna manera, y en el hecho de que repitas o no candidatura en las próximas elecciones?
Yo creo que en España, en nuestra joven democracia, hemos avanzado en muchísimas facetas. Pero todavía hay muchos retos que tenemos que resolver entre todos y entre todas, y entre ellos está el entender la convivencia y la coexistencia. De hecho, sobre el cuerpo de las mujeres se ha estado y se sigue debatiendo, cuando en realidad deberíamos tener más que superada esa cuestión.
El cuerpo de la mujer sigue siendo una cosa de debate público en pleno siglo XXI. Que en pleno 2023 estemos hablando de estas cosas tendría que hacernos reflexionar sobre a qué le damos importancia.
Yo creo que hay mucha confusión en muchos lados, y una persona como yo, que transita por muchos espacios y se implica y se entrega en cada espacio en el que está, ve esos puntos de inflexión, esos matices que se tienen que hablar o debatir. Deberíamos trabajar o concienciarnos entre todas de que no podemos estar generando guetos y más guetos, sino abrir todas esas transversalidades que tenemos las mujeres. Y en mi caso consisten en ser mujer y ser musulmana, ser madre, ser física, ser política, ser emprendedora… Cada una de ellas tiene una vivencia y una conexión con la sociedad. Creo que no podemos estar poniendo cuotas a la participación, cuotas a la representatividad, cuotas a la voz de diferentes colectivos porque eso solamente nos empobrece.
El velo es un elemento ampliamente mediatizado. Es el foco de los medios de comunicación y de discursos políticos, que con frecuencia lo atacan, o lo instrumentalizan en defensa de los derechos de la mujer (muy común entre los partidos de derecha y extrema derecha europeos). ¿Cómo afecta esto a las mujeres musulmanas y cómo puede posicionarse la izquierda al respecto?
Como decía antes, el cuerpo de la mujer sigue siendo una cosa de debate público en pleno siglo XXI. Que en pleno 2023 estemos hablando de estas cosas tendría que hacernos reflexionar sobre a qué le damos importancia. Y, sobre todo, si es un debate justo o si es injusto. Yo creo que es una cosa que tendríamos que haber superado hace mucho tiempo. Pero dentro de esos debates, el cuerpo de la mujer sigue siendo uno de ellos, el cómo nos vestimos, el cómo aparecemos, sigue siendo una cosa, por una parte, instrumentalizada, y por otra, tutorizada.
¿Cómo afecta eso a la mujer musulmana? Afecta limitándola para contribuir a la sociedad, poniéndole esas trabas o esos suelos pegajosos que le impiden de alguna forma que alcance sus metas o sus anhelos. Una vez que las mujeres estudian o se forman para hacer alguna cosa, aunque estemos hablando de cuestiones de oficina, de abogadas, contables o gestoras, parece que el hiyab es un impedimento para que puedan ejercer esas profesiones, aun sin ser de cara al público. Pero cuando estamos de cara al público, es todavía peor, porque de primera mano estás recibiendo todos esos estigmas y con cada una de las personas a las que atiendes tienes que hacer un sobreesfuerzo para hacerte entender.
Los musulmanes en España se relacionan formalmente con la administración en tanto que «comunidades» agrupadas bajo el paraguas de una comisión cuya representatividad y eficiencia es discutida, y que no ha conseguido desarrollar plenamente los derechos recogidos en la ley desde 1992. ¿Crees que debería existir otro modelo de interlocución de los ciudadanos musulmanes con la administración en lo tocante a sus necesidades específicas? ¿Cuál debería ser ese modelo?
Yo creo que, durante muchísimo tiempo, antes de que se fraguasen los acuerdos del 92, e incluso después de que formaran parte de la norma de nuestro Estado de derecho y que fueran posibilistas a la hora de reconocer minorías religiosas dentro de España, ha habido un momento en el que era muy necesaria su colaboración, esa comisión o figuras de representantes de diferentes comunidades musulmanas. Se necesitaba ver cómo esa norma se traducía en el día a día, como les afectaba en el desarrollo de sus quehaceres, o como nos afecta a nosotros como musulmanes o musulmanas el estar dentro de la sociedad.
Las mujeres musulmanas hoy en día también se están enfrentando a sus propios retos, a poder sentirse visiblemente musulmanas, sin tener que esconderlo de alguna forma.
A día de hoy se ha avanzado y se han incorporado muchas de esas normas a los ordenamientos públicos. Una vez que eso está hecho, yo no le veo mayor sentido a la existencia de una comisión. Yo creo que tendríamos que estar apelando a la participación ciudadana, al derecho individual, a que los musulmanes y musulmanas puedan reclamar todos esos derechos que ya forman parte del día a día, que ya han aterrizado en el ámbito local, en el ámbito regional, en el ámbito nacional e incluso algunos, a nivel europeo. Y eso, para que realmente puedan disfrutar de una ciudadanía plena y no de una ciudadanía como un queso gruyere, al que le faltan derechos por un lado y por otro. Creo que, si yo tuviera que hacer un llamamiento a los musulmanes y musulmanas, les diría que realmente se hagan dueños de sus derechos y de sus reivindicaciones porque están en el momento de hacerlo.
Se habla mucho sobre feminismo hegemónico excluyente, dando a entender con ello que las mujeres racializadas y/o pertenecientes a minorías sociales no están incluidas. Este caso es aún más notable cuando se trata de mujeres musulmanas y, más aún, aquellas que visten hiyab. ¿Cuál consideras que es la función del llamado feminismo islámico, y consideras que este es transversal y compatible con el resto de las corrientes feministas que se expresan el 8M?
Yo creo que todas las mujeres tenemos hoy en día una lucha muy candente, la de no ser menoscabadas en nuestras aspiraciones, en nuestra presencia, en las decisiones que tenemos sobre nuestros cuerpos, carreras, con quien estar y como estar, y creo que no necesitamos que nadie nos tenga que estar diciendo qué nivel de madurez necesitamos para tomar esas decisiones. Esto es muy fácil de decir, pero en pleno siglo XXI seguimos siendo objeto de debate de una forma más visceral que lógica.
Las mujeres musulmanas hoy en día también se están enfrentando a sus propios retos, a poder sentirse visiblemente musulmanas sin tener que esconderlo de alguna forma. Creo que necesitamos ser reconocidas dentro de lo que somos. Somos mujeres musulmanas que aportamos a la sociedad desde nuestros valores y eso no nos hace inferiores a nadie.
Creo además que el feminismo de hoy en día es mucho más abierto y entiende que las luchas dependen de cada una de nosotras. Podemos estar unidas en la necesidad de que se dejen de cuestionar nuestro cuerpo, nuestras decisiones, nuestra incorporación a la vida laboral, a la vida pública y demás.
¿A qué retos consideras que se enfrentan en el ámbito laboral y político, hoy en día, no solo las mujeres en su término más amplio, sino aquellas pertenecientes a minorías excluyentes y, concretamente, aquellas que visibilizan su adscripción a algún grupo religioso?
Uno de los principales retos es eliminar todos los estigmas existentes. El decir abiertamente que eres una mujer musulmana equivale casi a decir en público que eres una mujer sometida, cuando en realidad no es así. Las musulmanas somos mujeres valientes, que nos autodefinimos y no necesitamos que nadie nos tutele para decir lo que debemos hacer o quiénes somos. No es porque yo lo diga como mujer, no necesito definirme como mujer liberada para estar abogando por todas esas cosas. Soy doctora, soy emprendedora, soy madre de cuatro hijos, he estado en el activismo, he estado en muchos sitios y nunca he necesitado la autorización de nadie para hacer todo lo que hago. De hecho, no he visto en la situación de tener que pedir permiso a alguien a ninguna de las mujeres de las que me rodeo, mis tías, mis abuelas y mis amigas. Más bien, es lo contrario: “Quiero ponerme el hiyab, pero sé que la sociedad no me lo va a permitir, quiero ayunar, pero entonces todo el mundo me va a decir que cómo voy a hacer eso si soy una persona moderna”.
Somos mujeres valientes, que nos autodefinimos y no necesitamos que nadie nos tutele para decir lo que debemos hacer o quiénes somos.
Yo creo que nuestro reto es que se nos acepte tal y como somos, y dejar de justificarnos por cada una de las decisiones que estamos tomando, que, en verdad, es una de las cosas que les pasa a todas las mujeres. Creo que tiene que ver, no solo con nosotras, porque muchas veces nos creemos esa historia sobre nosotras mismas de que no nos atrevemos a entrar en espacios públicos, no nos atrevemos a emprender, no nos atrevemos a alzar la voz porque nos lo van a recriminar. Pero, también es verdad que hay parte del resto de la sociedad que tiene que asumir que las cosas no son como te las habían contado.
Entre otros reconocimientos, en el 2021, fuiste nombrada una de las 100 mujeres líderes en España ¿Qué se siente tras haber recibido un premio de estas características? ¿Crees que hay una infrarrepresentación de mujeres racializadas en este tipo de rankings? ¿Existe un sesgo racial/cultural en la elección?
Pienso que los premios top 100 son un acierto a nivel de reconocimiento; me alegra que haya muchas mujeres con unos niveles increíbles en diferentes industrias, con una experiencia vital y profesional estupendas. Creo que todas las que nos hemos presentado teníamos esa ilusión de vernos rodeadas de mujeres con muchísimo talento, y sobre todo con muchísima pasión.
Pero, en cuanto a si hay suficiente representación, diversidad o pluralidad en esos reconocimientos, pasa exactamente lo mismo que en el resto de reconocimientos que hay en España, pero podría hablar también de Europa. Muchos de esos reconocimientos o premios llegan al conocimiento de personas que están en un espacio social muy amplio. La mayoría nos conocemos, hemos estado trabajando juntas en algún momento y, al final la forma de transmitir es el boca a boca. Quizás otras mujeres que también podrían estar aplicando, no lo han hecho porque simplemente no les ha llegado la posibilidad de presentarse a esos premios. Y creo que ahí sí que haría un llamamiento a las personas que están liderando ese tipo de iniciativas, que son muy buenas, que visibilizan talentos varios, sean de mujeres, de hombres, de tecnología, de arte, de prensa. Les pediría que sean mucho más ambiciosas a la hora de elaborar sus comunicaciones para que lleguen a más personas, y que realmente estos reconocimientos sean representativos de esa variedad y diversidad que tenemos en España.
Pero también nos encontramos ante otro reto: no existe cultura de cómo introducir la inclusión. La mayoría de las veces cuando hablamos de diversidad, las personas piensan en cuotas. Pues a lo mejor hay otra forma distinta que las cuotas.
Pero también nos encontramos ante otro reto: no existe cultura de cómo introducir la inclusión. La mayoría de las veces cuando hablamos de diversidad, las personas piensan en cuotas. Pues a lo mejor hay otra forma distinta que las cuotas, y por de pronto las definiciones son más amplias y se tienen en cuenta cuestiones que son representativas de la diversidad. En ese sentido falta cultura para entender cuando decimos diversidad a qué nos referimos. No estamos hablando de discriminación positiva, no estamos hablando de cuotas, no estamos hablando de exclusividades, de ser uno entre un millón, al final estos premios lo que reconocen es precisamente eso: tú has destacado frente a una masa o una determinada cantidad de personas. Hay muchas formas de destacar y creo que solo nos estamos enfocando en una. Me alegro mucho por todas las mujeres maravillosas que han sido premiadas este año, y espero que el año que viene doblemos las aplicaciones y cada vez la rivalidad sana sea cada vez mejor.
Siguiendo en esta línea, ¿crees que son necesarias más referentes femeninas musulmanas en este país? ¿Quiénes fueron tus referentes en tu juventud?
Obviamente necesitamos referentes femeninos en todos los sentidos, pero en el caso de las mujeres musulmanas no es que haya que referenciarlas, existen, pero muchas veces están canceladas por el resto de la sociedad. “Es que es artista pero lleva hiyab”, entonces qué pasa, ¿que por llevar hiyab es menos artista que otra persona?
Quizás a mí me faltaban referentes tal y como se entienden hoy en día, quizás yo estaba más bien rodeada de personas inspiradoras. Personas que me invitaban a pensar en el futuro, a proyectarme en el futuro, sobre todo en situaciones en las que demostrar que como musulmanes tenemos un legado cultural muy importante. Entonces, si esto ya lo hemos hecho, por qué no estamos, por qué me está costando encontrar a alguien en quien verme reflejada.
Ahora mismo, miro a mi alrededor y digo: conozco personas increíbles, maravillosas, que está haciendo contribuciones a un sinfín de cosas, algunas son musulmanas, otras no lo son, pero me inspiran igualmente.
Por eso creo que hoy no es que falten referentes, igual nos está faltando simplemente señalarlos. Esas mujeres están allí, podrían hacer su labor, pero nos está costando darles ese lugar que se merecen y que el resto de la sociedad las reconozcan como lo que son. En lugar de estar cuestionando tanto la parte identitaria de si perteneces a esto, o a lo otro. O si estamos dando voz a esto o a lo otro.
Para cerrar, ¿qué mensaje querrías transmitir a la sociedad, especialmente a las mujeres y a las generaciones más jóvenes en este 8 de marzo?
Conoceos. Las mujeres durante muchísimo tiempo hemos estado evitando conocernos a nosotras mismas de forma individual: qué quiero, a qué aspiro, qué me gusta, qué no me gusta, de qué me gusta rodearme, de qué no me gusta rodearme. Qué cosas casan conmigo, con mi forma de pensar y cuáles no. Creo que empezaría por ahí. La siguiente cuestión, es conocer a las personas que nos rodean, con todas sus virtudes, con todas sus frustraciones, con todo. Es así como se construye sociedad.
Obviamente necesitamos referentes femeninos en todos los sentidos, pero en el caso de las mujeres musulmanas no es que haya que referenciarlas, existen, pero muchas veces están canceladas por el resto de la sociedad.
A las mujeres musulmanas les diría que crean en sí mismas, y que es el momento de salir de bambalinas y estar en el espacio representativo de la sociedad, en cada uno de los espacios en los que estén. Que se reconozcan a sí mismas en las labores que han hecho, el esfuerzo que han destinado para llegar donde han llegado, lejos o cerca, pero han llegado a algún sitio con mucho esfuerzo.
Al resto de la sociedad, quizás le recomendaría el salir de los miedos, conocer a la gente, enfrentarse a esos temores y ver hasta qué punto son verdaderos o son fruto de su imaginación. Se acercan momentos que nos van a tensionar como sociedad, con muchísimas decisiones que vamos a tener que tomar entre todos. Pero, sobre todo, debemos pensar que no solo decidimos por nosotros, sino también por nuestro entorno. Hay que pensar en cómo han sido los últimos años y cómo queremos que sean los siguientes. Tendríamos que tomar esas decisiones basándonos en la convivencia y en la coexistencia, en la tolerancia, en el respeto y sobre todo en el abrazar que hoy somos una sociedad abierta, diversa y plural, y muchísimo mejor de lo que vivieron nuestros abuelos, nuestras abuelas y las generaciones anteriores.
Entrevista completa:
Irene Suárez -FUNCI
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