Ignacio Cembrero
«Este año deberá celebrarse de manera distinta (…), las mezquitas están cerradas y las celebraciones deberán hacerse en casa, en la intimidad de la familia, sin reunirse con personas que no vivan en vuestro hogar». El sargento Jaume Almiral, de la policía local de Esparreguera (Barcelona), pronunció estas recomendaciones en un vídeo que grabó en castellano, en vísperas del inicio del Ramadán, advirtiendo amablemente a los vecinos musulmanes de esa localidad barcelonesa que este mes de ayuno debía de ser diferente porque Cataluña estaba siendo azotada por la pandemia.
El Ramadán, tan importante para los musulmanes como la Navidad para los cristianos, suponía este año un doble desafío. La jornada de ayuno concluye con una cena (‘iftar’) en la que se juntan con frecuencia familiares y amigos. Una vez concluida, la noche se prolonga con visitas a domicilios de vecinos musulmanes y también con la entrega de alimentos a los más necesitados de la comunidad. Todo ello es incompatible con el confinamiento.
https://www.youtube.com/watch?v=vXbvWGxBTtQ
Esparraguera no fue ni mucho menos el único lugar donde las policías locales se colocaron delante de una cámara para dirigirse a la población musulmana antes del Ramadán que empezó el 24 de abril. En Cornellá de Llobregat lo hicieron hasta en ‘darija’, el árabe dialectal que se habla en Marruecos.
En Cataluña, donde reside la cuarta parte de los dos millones de musulmanes de España, hasta la Generalitat se puso en la partida. A través de la dirección general de Asuntos Religiosos difundió una circular en la que describe al Ramadán como un periodo de «efervescencia familiar y comunitaria», pero que este año, advertía, no debe desembocar en celebraciones colectivas.
El mensaje sentó mal a nueve asociaciones islámicas que en una carta conjunta sostienen que la circular «estereotipa a todo el colectivo musulmán y deja entrever que su condición religiosa facilita la vulneración del estado de alarma durante el Ramadán» lo que «no ayuda a combatir la islamofobia».
Confinamiento y acción social
La Comisión Islámica de España, cuyo presidente Riay Tatary falleció a causa del nuevo coronavirus, instó ya el 13 de marzo a cerrar las mezquitas e «invitó a realizar la oración individualmente en cada domicilio». Más eficaces que los comunicados del máximo órgano de representación de los musulmanes han sido los vídeos virales, rodados por imanes y por feligreses de a pie, en los que gritan: «Este Ramadán yo rezaré en casa». El de la Junta Islámica de Melilla es quizás un buen ejemplo por la cantidad de jóvenes que participan en él.
De Algeciras a Ceuta, las comunidades y asociaciones islámicas han intentado aprovechar la crisis para mejorar su imagen haciendo donaciones más allá de su círculo habitual de socorridos integrado casi exclusivamente por musulmanes. El Centre Cultural Islàmic Català distribuye, por ejemplo, comidas a hogares humildes sin tener en cuenta la confesión. El Centro Cultural Islámico de Madrid, más conocido como la mezquita de la M-30, entregó 6.000 mascarillas quirúrgicas y 1.000 unidades de batas impermeables al Hospital Santa Bárbara de Soria. El agente Morcillo, de la Comandancia de la Guardia Civil en Cáceres, quiso mostrar su agradecimiento a la comunidad islámica local grabando un vídeo resaltando que «donaron más de 20.000 euros» a la Consejería de Sanidad extremeña.
Bulos y ataques a la población musulmana
Como otros colectivos, los musulmanes han sido víctimas de bulos que se han visto obligados a desmentir. La manipulación en las redes de una autorización puntual dada por la Guardia Civil a musulmanes de Batán y Tayuela (Extremadura) para comprar carne ‘halal’ en otros municipios cacereños trasladó la falsa impresión de que disponían de una total libertad de movimientos. Onofre Miralles, portavoz de Vox en Granada, se creyó a pies juntillas la patraña y lo denunció en la prensa esos supuestos privilegios.
Las imágenes de una manifestación de musulmanes en Valencia en noviembre de 2018 fueron puestas en circulación como una demostración de que se saltaban masivamente el confinamiento. Incluso un político, Rafael Hernando, senador del PP, se hizo eco de ellas en Twitter hasta que se dio cuenta del engaño y lo borró.
Hoy, día de la festividad de la Virgen de Montserrat, la ciudad de Lérida ha escuchado desde la Seu Vella el Virolai, himno dedicado a la Virgen. Seguidamente, se ha escuchado el himno de España en memoria de todos los fallecidos víctimas del Coronavirus. pic.twitter.com/Kan5EWsUCY
— Toni Lopez (@ToniLop57116925) April 27, 2020
El único partido beligerante con los musulmanes ha sido de nuevo Vox. Antes de que empezará el Ramadán su diputada por Almería, Rocío de Meer, ya criticó en un tuit la «sumisión» del comandante general de Ceuta, el general Alejandro Escámez, que, como cada año, les felicitó al iniciarse el mes del ayuno. En Ceuta, cerca de la mitad de la población es musulmana y por eso la diputada local Fatima Hamed le contestó a De Meer: «No es sumisión. Es convivencia. ¿Sabes lo que significa eso?». Otros responsables musulmanes ceutíes salieron en tromba contra la parlamentaria de Vox.
La celebración del Ramadán
Cuando empezó a transcurrir el Ramadán, dos iniciativas religiosas subieron aún más el tono del enfrentamiento entre el partido ultraderechista y los colectivos musulmanes. Primero fue la oración, el viernes 17 de abril, que los musulmanes de El Vendrell (Tarragona), celebraron en plena calle, delante de una mezquita, pero manteniendo las distancias de seguridad para evitar el contagio. Consciente, quizás, de que en el interior del templo los fieles hubiesen corrido más riesgos, la policía local no lo impidió aunque sí levantó acta e identificó al organizador.
Una semana después cinco musulmanes provistos de mascarillas y de un equipo de megafonía subieron a la Seu Vella, la catedral de Lleida que domina la ciudad y parte de la comarca de Segrià, para anunciar desde allí la ruptura del ayuno en el primer día del Ramadán. Se escuchó nítidamente en toda la ciudad. Contaban con el permiso del ayuntamiento en manos de ERC.
https://www.youtube.com/watch?time_continue=11&v=kGbdT8W_T8I&feature=emb_logo
«Nunca me hubiera podido imaginar ver la Seu Vella convertida en un minarete», reaccionó encrespada Marisa Xandri, presidenta del PP leridano. «Mientras los cristianos hemos seguido la Semana Santa ‘online’, los musulmanes pueden iniciar el Ramadán desde la Seu Vella o rezar por las calles del Vendrell con toda normalidad», añadió. Xandri no fue más allá, pero Vox tomó el relevo.
La ultraderecha quiso reparar esa supuesta afrenta y cuatro días después un puñado de sus militantes subió hasta el mismo lugar. Los altavoces que trasladaron hasta allí difundieron esta vez, para toda Lleida, el Virolai, el canto a la Virgen de Montserrat, y después el himno de España.
«Desde entonces el partido ultra, empezando por su líder, Santiago Abascal, no ceja de denunciar lo que considera un atropello de la libertad religiosa en España.»
Desde entonces el partido ultra, empezando por su líder, Santiago Abascal, no ceja de denunciar lo que considera un atropello de la libertad religiosa en España. En las redes sociales circulan vídeos de jóvenes españoles exigiendo poder ir a misa y otros criticando la interrupción de algunos oficios por parte de la policía, especialmente el del Viernes Santo en la catedral de Granada al que asistían una veintena de fieles en un templo cuyo aforo es de 900 personas.
Unos pocos excesos policiales y la tolerancia de un par de ayuntamientos catalanes han dado pie a la ultraderecha para arremeter contra una supuesta doble vara de medir de las autoridades, permisiva con los musulmanes y severa con los cristianos, olvidándose de que las 1.400 mezquitas y oratorios legales están cerrados y que el Ramadán se celebra en las casas con una discreción sin precedentes. Empezarán a reabrir el 11 de mayo, pero solo con un tercio del aforo habitual.
Fuente: El Confidencial
Sin comentarios