Recuperamos este monólogo del cómico Trevor Noah, tan en boga aún en la actualidad, en el que reflexiona sobre las distinciones comúnmente realizadas por los medios de comunicación y la propia población ante un atentado terrorista, en función de la religión o los orígenes del atacante.
Como denuncia Noah, existe una gran tendencia a generalizar despectivamente los ataques cuando estos pueden ser atribuidos a una minoría. De este modo, Oriente Medio es automáticamente vinculado con el terrorismo, y la población negra con los pandilleros. Sin embargo, la cobertura mediática difiere cuando el ataque es perpetrado por un blanco u occidental. En ese momento, la sociedad se muestra reacia a denominarlo terrorismo, y la imagen difundida es la de un “lobo solitario” y la de una “persona mentalmente inestable”.
Ese razonamiento, que se apoya en prejuicios y generalizaciones, es racista. El terrorismo es un acto, no un rostro, y terrorista es todo aquel que participa en el ataque. Como señala el monólogo, las acusaciones que, tan a menudo, se realizan contra los musulmanes carecen de fundamento, “parecen muy inteligentes, pero no lo son. Son estúpidas y es discurso de odio”.
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