Conferencia impartida por Inés Eléxpuru, directora de Comunicación de la FUNCI en el seminario Procesos migratorios y minorías: el periodismo ante los nuevos retos, organizado por la asociación Respect Words en Sevilla del 13 al 15 de febrero de 2017.
A pesar de su preocupante incremento y su alcance, la islamofobia es aún un fenómeno escasamente estudiado, a tenor de los pocos trabajos e informes existentes en el mundo. En España su estudio es particularmente reciente, aunque está en aumento. Solamente unos cuantos trabajos describen la islamofobia desde una perspectiva general, mientras que aquellos dedicado al antisemitismo y otras formas de racismo y discriminación son más abundantes. Los estudios centrados en la islamofobia en los medios son aún más raros, como así lo indica el historiador Fernando Bravo López[1], uno de los principales expertos en este fenómeno en España.
Antes de entrar en materia no está de más hacer una descripción de lo que significa la islamofobia y el origen de este término. Como todos sabemos, islamofobia significa fobia al islam, por lo tanto, a aquellos que lo profesan: los musulmanes. Y según la RAE, una fobia es una aversión exagerada y temor incontrolable y obsesivo a ciertas situaciones, ideas u objetos.
Si este fenómeno de rechazo y aversión hacia lo “islámico” es algo tan antiguo como la propia existencia del Islam, como luego veremos, el origen del término islamofobia hay que buscarlo a principios del siglo XX. Fue Allain Quellien, funcionario en el entonces Ministerio de las Colonias francés, quien, en su tesis doctoral sobre la política francesa en África occidental de 1910 llamó “islamofobia” a la actitud discriminatoria de los franceses hacia los musulmanes, a quienes consideraban los enemigos irreductibles de la nación. Es decir, desde aquel momento, ya se percibía el islam y a los musulmanes desde una perspectiva de amenaza a “nuestro” bienestar y “nuestros” intereses.
Pero, antes que nada, es necesario presentar una definición de lo que significa la islamofobia, término que todavía no tiene una definición jurídica aceptada:
Quizá los contenidos más claros sobre la islamofobia son los elaborados en 1997 por la ONG Runnymede Trust[2], aun con ciertas modificaciones conceptuales que se hayan podido agregar desde esa fecha.
Así en el citado documento se define la islamofobia sobre la base de los siguientes puntos:
- Se considera al Islam como un bloque monolítico, estático y reacio al cambio.
- Se considera al Islam como una realidad diferente y “otro”. No tiene valores comunes con las demás culturas, no se ve afectado por estas últimas, ni influye en ellas.
- Se considera al Islam como inferior a Occidente. Se le percibe como bárbaro, irracional, primitivo y sexista.
- Se considera al Islam violento, agresivo, amenazador, propenso al terrismo y al choque de civilizaciones.
- Se considera al Islam como una ideología política utilizada para adquirir ventajas políticas o militares.
- Las críticas a Occidente formuladas por el Islam son rechazadas de forma global.
- La hostilidad con respecto al Islam es utilizada para justificar prácticas discriminatorias hacia los musulmanes y la exclusión de los musulmanes de la sociedad dominante.
- Se considera que la hostilidad contra los musulmanes es natural y normal. A estos ocho puntos básicos, que resumen los contenidos de la islamofobia actual, aún podríamos añadir algunos más, como:
“Se utiliza la hostilidad y el rechazo hacia el Islam, como instrumento de autoafirmación de los valores autóctonos occidentales y especialmente de los considerados ‘valores históricos nacionales o supranacionales’”[3].
“Tras cada atentado terrorista cometido en Europa se exige a la comunidad musulmana que rechace las muestras de violencia, como si fuera un grupo al margen del resto de la ciudadanía y tuviera que manifestarse por separado, culpabilizándola”.
La islamofobia es comprendida, por lo tanto, según el investigador Thierry Desrues, como una clase de discriminación según la cual la población percibe el Islam como una cultura lejana e inferior, que tiene, sin embargo, la posibilidad de evolucionar y adaptarse a “nuestras” propias normas y valores, al tiempo que se rechaza la posibilidad de que los musulmanes puedan introducir sus propias características culturales[4].
“Tras cada atentado terrorista cometido en Europa se exige a la comunidad musulmana que rechace las muestras de violencia, como si fuera un grupo al margen del resto de la ciudadanía y tuviera que manifestarse por separado, culpabilizándola”.
La islamofobia en la Historia
Pero el fenómeno de rechazo frontal a los musulmanes y al islam, como antes decíamos, es algo secular, como la FUNCI ha podido analizar en varios trabajos que lo estudian desde la alta Edad Media hasta la época contemporánea[5]. Con distintos matices y razones, la percepción de lo islámico ha ido cambiando de forma a lo largo de los siglos en España.
Así, Las primeras manifestaciones de demonización del Islam, considerado como una herejía más del cristianismo, comenzaron en el siglo VII y se centraron en la figura del Profeta, con el fin de frenar la supremacía de la cultura islámica en el Mediterráneo. En realidad, el dogma islámico era semejante en muchos aspectos al cristiano, pero su sencillez facilitaba su propagación. De hecho, desde muy temprano, fue considerado por los cristianos como una herejía más del cristianismo.
Entre estas “herejías” surgieron diversas que, entre otros dogmas similares al Islam, negaban la naturaleza divina de Cristo: el adopcionismo, el apolinarismo, el arrianismo el monofisismo y el nestorianismo.
Juan Damasceno, un funcionario cristiano de la corte del califa Muawiya, en el siglo VII fue el primero en asociar el islam con una herejía más del cristianismo. Pero pronto será el Profeta del Islam el blanco de la ira de los cristianos.
Ya en España, y algo más tarde, en la Córdoba califal los mozárabes, o cristianos viviendo bajo gobierno musulmán, protagonizaron una revuelta, y para ello se sirvieron de los insultos al Profeta, azuzados por los clérigos Perfecto y Eulogio.
Durante siglos, las iras hacia el islam y los musulmanes se centraron en la figura de Muhammad. Es lo que hoy podríamos denominar, una actitud de “muhamofobia”.
Durante el siglo XI, en época de las Cruzadas en Europa, lideradas por el Papa de Roma, Urbano II, el imaginario hostil hacia el Islam y su Profeta, no sólo no se aminoró, sino que se engrosó con nuevos elementos.
En época otomana, la relación entre Europa y el orbe islámico será también conflictiva, por diferentes razones, aunque no exenta de una estrecha relación diplomática y comercial que suavizará los contornos de hostilidad.
En tiempos de la Ilustración, a partir de finales del siglo XVIII, la percepción del islam y sus gentes, entre la clase “pensante” y los ideólogos de aquel movimiento que realzaba la supremacía de la razón, no mejoró, erigiéndose en precursora del racismo, que tan bien serviría para justificar el colonialismo de los siglos XIX y XX.
Voltaire, Diderot y Chateaubriand fueron algunos de los escritores franceses de la Ilustración que arremetieron contra la figura del Profeta del Islam, aunque en el caso de Voltaire, su percepción vaciló entre el desprecio y la aprobación, como podemos ver, por una parte en su tragedia Mahoma o el fanatismo[6], de 1741,en la que no escatima en necedades, y los comentarios que hizo en su Ensayo sobre las costumbres de 1756, donde es capaz de afirmaciones como que el Islam trajo consigo “El mayor cambio que la opinión haya producido sobre el globo”[7].
Pero las mayores y más intencionadas muestras de hostilidad hacia el islam a través de su Profeta se dieron en el siglo XIX, con la figura de los primeros arabistas como Ernest Renan (1823-1892), a quien debemos algunos de los pasajes más racistas de la historia del arabismo y el orientalismo. Era un apologista de la raza y la identidad arias y, desde su gran erudición y conocimiento del método científico, denigró los pueblos semitas, tachándolos de simples e infantiles, entre otras cosas. Fue un gran precursor del ideario nazi. Venían los tiempos de ideario para avalar el colonialismo.
Pero las mayores y más intencionadas muestras de hostilidad hacia el islam a través de su Profeta se dieron en el siglo XIX, con la figura de los primeros arabistas como Ernest Renan.
Ya en época del Romanticismo, se hizo un intento de reparación histórica, con personajes de la talla del filósofo idealista Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831), quien expresó su admiración por los musulmanes, tratando el Islam de la “Revolución de Oriente”[8], y trató de probar que la valía de la humanidad no estaba en función de la preponderancia de una cultura única y dominante, sino de una rica diversidad. A éste propósito también diría en sus Lecciones sobre la filosofía de la historia universal:
«…una Europa unida que se erigiría en déspota y obligaría a todas las naciones del mundo a ser felices a su manera… una idea tan orgullosa, no representa una traición hacia la majestad de la naturaleza?”[9]
Por su parte, el poeta y pensador alemán Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832), quien, en su famoso Diwan de Oriente y Occidente, dedicó más tinta a ensalzar no solamente el mundo árabe, sino sobre todo el propio Islam y el Corán. Así se expresaba en Lettre à Zelder:
“Es en el Islam donde encuentro mejor expresadas mis propias ideas.”[10]
El término ‘islamofobia’ y su significado
El término ‘islamofobia’ siempre ha sido sumamente controvertido, lo que nos da tal vez la medida de que este fenómeno es real y muy vívido. A pesar de que, como se ha visto, esta fobia, miedo o aversión al Islam y a los musulmanes, desde sus distintas perspectivas, son tan antiguos como el propio Islam, el uso del término ‘islamofobia’ propuesto por Allain Quellien a principios del siglo XX, se extendió en Inglaterra en los años 80 y 90.
Sin embargo, el término se popularizó y saltó al espacio público tras el 11 S. y el informe que publicó Runnymed Trust. Aun así, para muchos la islamofobia no es más que un invento de los islamistas (o defensores del Islam político) para justificar su hegemonía, mientras que otros admiten la naturaleza de los continuos episodios de violencia contra los musulmanes, pero no se ponen de acuerdo sobre la denominación de este fenómeno, lo que tiene su por qué.
Si islamofobia significa literalmente fobia o rechazo irracional del Islam como religión, esto podría no plantear problema en un sistema eminentemente laico y supuestamente libre, como es el europeo, donde la crítica a la religión no está penada. De hecho, esto es lo que arguyen numerosos militantes laicistas europeos, así como musulmanes de origen, tanto en Europa como en los países arabo musulmanes. Todos rechazan el uso de este término y defienden la libertad para criticar la religión, amparada por la libertad de expresión. Es algo especialmente patente en cierta izquierda elitista.
Y este punto es muy importante: hay que dejar de pensar y de afirmar que la islamofobia y el racismo son un fenómeno exclusivo de la extrema derecha, e incluso de la derecha a secas, y tomar conciencia de que una parte de la izquierda los promueve de forma activa. Así se conseguirá involucrar a toda la sociedad en este grave problema.
Todos rechazan el uso de este término y defienden la libertad para criticar la religión, amparada por la libertad de expresión. Es algo especialmente patente en cierta izquierda elitista.
Por ejemplo, hay quien, enarbolando la bandera de la libertad de conciencia, como el periodista español Ilya Topper, colaborador de EFE en Estambul, opina que la islamofobia, como el antisemitismo, son una patraña inventada por los poderes fácticos (Israel y Arabia saudí) para prohibir la crítica a sus políticas:
“[La islamofobia] es una manera de distinguirse de los negros, pobres ellos, que sufren de simple racismo, y de reclamar la pertenencia a una especie de raza superior, un estatus de víctima de categoría ‘deluxe’. Casi al mismo nivel que los israelíes judíos, víctimas de aquel delito único, incomparable, inigualable en la historia que fue el Holocausto (eso es dogma) y su expresión cotidiana, el antisemitismo”[11].
Algunos columnistas, como Antonio Elorza, prefieren referirse “a la lucha contra el racismo, la maurofobia, no al espantajo de la Islamofobia”[12].
Pero, tal vez el caso más llamativo de negación de esta lacra llamada islamofobia lo tengamos en la periodista y activista franco marroquí Zineb El Rhazoui, antigua colaboradora de Charlie Hebdo que, en una entrevista concedida a Tekhnikart el 30 de mayo del 2016, es decir, muy reciente, dice lo que sigue:
“La islamofobia es una estafa intelectual en dirección de occidente, que se pretende hermana gemela de la noción de antisemitismo. En Europa, el antisemitismo es algo concreto que ha existido en la Historia y se ha traducido en leyes, mientras que la islamofobia es solamente una herramienta intelectual que consiste en hacer callar a quienes no se puede callar por métodos coercitivos acusándoles de racismo. ¿Y por qué precisamente? Porque el racismo en Francia no es una opinión, sino un delito (…). El resultado es que hoy la noción de islamofobia ha entrado en el Larousse con esta definición: ‘hostilidad hacia el islam y los musulmanes’. Es realmente trágico.”[13]
Efectivamente, desde aquí nos preguntamos hasta cuándo la islamofobia no va a formar parte del vocabulario recogido por la RAE, y, sobre todo, en qué momento va a dejar de ser considerada una opinión, y no un delito y una vulneración de los derechos humanos.
Sin embargo, no todos están de acuerdo con esta concepción negacionista. Alain Gresh[14], por ejemplo, editor de Le Monde Diplomatique, fue uno de los primeros periodistas en mostrarse favorable a la utilización del término Islamofobia. Y aquí en España, Amparo Sánchez, presidenta de la Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia, lo define así:
“Sentimiento de aversión, rechazo y hostilidad hacia el Islam y hacia los musulmanes que se manifiesta en forma de prejuicios, discriminaciones, ofensas, agresiones y violencia.”[15]
Lo grave de este tipo de discriminación y de discurso del odio, es que se ha banalizado so pretexto de esa supuesta legitimidad amparada por la “libertad de expresión”, cosa que jamás sucedería con un discurso homófobo, machista o antisemita, por ejemplo. Este sería duramente criticado y hasta penado, como es el caso del antisemitismo, que sí constituye un delito. Así lo expresó en cierto modo ya el Secretario General de la ONU, Kofi Annan en el discurso pronunciado el 7 de diciembre de 2004:
“Los principios del Islam son frecuentemente distorsionados y sacados de contexto y se toman actos o prácticas particulares para representar o simbolizar una fe rica y compleja (…). Algunos afirman que el Islam es incompatible con la democracia o que es irrevocablemente hostil a la modernidad y a los derechos de las mujeres. Y en demasiados círculos se permiten las declaraciones denigrantes sobre los musulmanes sin ninguna censura, con el resultado de que el prejuicio adquiere un barniz de aceptabilidad”[16].
Y hablando de la libertad de expresión, un argumento muy utilizado para dar rienda suelta a determinadas expresiones, hay que considerar que el hilo que la separa del discurso del odio es a veces imperceptible.
Sin embargo, entre quienes sí admiten la gravedad de este tipo de discriminación y discurso del odio, hay autores que prefieren otras alternativas a la hora de ponerles nombre, en lugar de islamofobia:
Tariq Modood[17], por ejemplo, define la islamofobia como racismo cultural, ya que, afecta a aquellas personas con costumbres reprobables, diferentes a las “nuestras”. Efectivamente, no se puede hablar de racismo a secas, pues aunque el color y la etnia de no pocos musulmanes puede ser un agravante y provocar actitudes de racismo, hay muchos musulmanes cuyo color y “pedigrí” se corresponde con el de los acérrimos islamófobos. Nos referimos a los conversos europeos, los musulmanes bosnios, albanos y chechenos… también ellos objeto de rechazo en sus países respectivos y en Europa en general.
Y hablando de la libertad de expresión, un argumento muy utilizado para dar rienda suelta a determinadas expresiones, hay que considerar que el hilo que la separa del discurso del odio es a veces imperceptible.
Otros autores, como Fred Halliday[18], prefieren hablar de “anti musulmanismo”, a lo que también podríamos agregar de “musulmanofobia”. En España, habida cuenta del pasado histórico y los lazos con Marruecos, esto se convertiría en “morofobia”. Por su parte, la mayoría de los musulmanes que trabajan en este ámbito, lo denominan racismo anti musulmán.
En cualquier caso, sea lo que fuere, lo real es que estamos ante un fenómeno de discriminación y rechazo muy grave y en aumento, que desde hace unos años ha pasado de la violencia verbal y social a la física, cobrándose cada vez más vidas.
Según Thomas Hammarberg, antiguo Comisario de los derechos humanos en el Consejo de Europa, la islamofobia es un « síntoma de desintegración de los valores humanos »[19], de los valores tales como la no discriminación, la tolerancia, la libertad de pensamiento, la justicia, la solidaridad y la igualdad.
Las causas del racismo anti musulmán
En relación a las causas que originan la islamofobia contemporánea, la arabista Luz Gómez[20] sostiene que la islamofobia no es en realidad una actualización del secular rechazo a lo musulmán, sino una consecuencia del secularismo de occidente que ve con preocupación cómo lo religioso va apoderándose del ámbito público. Esta es una postura que adoptan por igual ciertos sectores de la derecha más conservadora, pero también de la izquierda elitista, como antes veíamos. Se ha observado tras cada atentado en Europa. Los atentados eran perpetrados contra la democracia y contra “nuestros valores”: laicismo y libertades, en una expresión que abunda en el concepto de otredad y en negarle al Islam toda posibilidad de adaptación a la modernidad.
En realidad el problema empieza a plantearse cuando los musulmanes nacionalizados se convierten en ciudadanos de pleno derecho y algunos de ellos comienzan a exigir sus derechos y a reivindicar sus diferencias.
Un buen ejemplo de ello es la inquietud que provocan el uso del velo –por no hablar del llamado burkini– por parte de un gran número de mujeres musulmanas, las más estigmatizadas por su visibilidad, o la vindicación de ciertas festividades musulmanas.
Y ahí es donde surge el problema, y es cuando como consecuencia de la secularización y las reivindicaciones a favor de un mayor laicismo, se sucumbe en un “fundamentalismo laico”, como lo llama el filósofo Santiago Alba Rico[21]. Este fundamentalismo llega a ser tan intolerante que consigue vulnerar el derecho de libertad de culto y legislar sobre la vida de las personas, y hasta su forma de vestir.
No obstante, el “fundamentalismo laico” es, como señalan la arabista Gema Martín Muñoz y el sociólogo Ramón Grosfoguel[22], un defecto típicamente francés. Desde la derecha como desde la izquierda francesa se usa el discurso en pro del laicismo para presionar a las poblaciones musulmanas en una “tolerancia fría”. En Francia, aunque tenemos que decir que este defecto se está extendiendo a otros países, como el nuestro, se incita a ser buen musulmán, moro bueno, o musulmán dócil, esto es, a abandonar tus actitudes de comunidad y asimilarte de pleno como ciudadano republicano. A estos “musulmanes buenos” sí se les presta voz en los medios y en las tribunas, generalmente para que defiendan exactamente los mismos valores que el resto de la “República”.
Según Martín Muñoz y Grosfoguel, la islamofobia en Francia se caracteriza por su dimensión intelectual y elitista. Aprovecha la libertad de conciencia y el derecho a criticar a las religiones, para trazar imágenes estigmatizadoras del Islam, así como de las musulmanas y de los musulmanes[23].
Hay entre el ámbito más destacado francés un “complejo de pureza republicana” – racismo cultural- que es defendido en detrimento de las religiones –especialmente del Islam–. Un ejemplo de todo ello está en el impulso de liberar a la mujer musulmana de sus símbolos religiosos. Algo que, por otra parte, ya pudo observarse en época de las colonias, cuando en Argelia, a las “indígenas de la República”, se les instaba a liberarse del velo para estar más bellas y asimilarse a la elegancia de la colona. Una clara estrategia destinada a aculturar a la población, que lo que provocó en realidad es que las mujeres se replegaran sobre sí mismas y asimilaran el uso del velo como un símbolo de su propia “muralla identitaria”, como explica la feminista marroquí Asma Lamrabet.
Algo que nos recuerda a lo que está pasando en la actualidad.
El auge de la islamofobia en España y en Europa
No es necesario aquí aportar muchos datos acerca de la crecida de la islamofobia en el mundo, aunque se indicarán algunas cifras orientativas a continuación.
La cuestión se está convirtiendo en algo tan grave, como puede observarse en la política de refugiados e inmigrantes aplicadas por Donald Trump y, en menor grado, por la Unión Europea y por el Reino Unido, que recuerda a la situación de los refugiados judíos que huían de la persecución nazi y no encontraron apoyo. De hecho, quienes arguyen que la islamofobia se basa solo en una opinión lícita, tendrán que admitir actualmente que el decreto de inmigración aprobado por Donald Trump demuestra una institucionalización de la discriminación hacia la población musulmana, y por lo tanto, que la islamofobia, al igual que el antisemitismo, ha llegado a legalizarse.
Retrocediendo, de nuevo, en la historia, es posible observar los parecidos escalofriantes con la realidad actual. En 1938, más de medio millón de refugiados se encontraban en las carreteras europeas, huyendo de los nazis que habían convertido en apátridas a 900.000 judíos alemanes con las leyes de Nuremberg, y a 200.000 austriacos.
En la Conferencia celebrada en Evián, Suiza, destinada a dar salida a este problema, los delegados pusieron sobre la mesa ciertos argumentos para explicar su reticencia a acogerles. Una de sus principales preocupaciones era el supuesto efecto desestabilizador que esta gran cantidad de refugiados tendría en la sociedad. Se pensaba que serían incapaces de adaptarse. «No tenemos ningún problema racial y no tenemos intención de importar uno», declaró entonces el representante austríaco T. W. White en Evián[24].
“Paremos totalmente toda inmigración durante un período y dejemos a nuestra población extranjera actual la posibilidad de americanizarse antes de convertirnos a nosotros mismos en extranjeros”. Esto es lo que escribía el redactor jefe del Defender Magazine americano.
Al igual que ciertos dirigentes de Europa del Este y de la actual administración republicana en Estados Unidos, no se quería acoger a adeptos de otras religiones. Brasil anunció que solamente atendería a las peticiones de asilo acompañadas de un acta de bautismo cristiano[25].
Las razones eran el miedo a la diferencia cultural –puro racismo cultural-, al acaparamiento de empleo y a la desestabilización a través de agentes nazis infiltrados entre los refugiados. Argumentos todos extremadamente similares a los actuales frente a la crisis de los refugiados y el racismo anti musulmán.
A pesar de ello, la islamofobia no era apenas tenida en cuenta, pese a ser un fenómeno insidioso y en aumento, entre otras cosas porque no existían informes ni se monitorizaban datos de forma sistemática.
Esto ha cambiado en los últimos años, gracias a la redacción de diversos informes que recogen por países los actos de islamofobia y las estadísticas. El más completo es el Informe sobre la situación en Europa en 2015, coordinado por la organización turca SETA y presentado la pasada primavera en Sarajevo. Alfonso Casani, de FUNCI, elaboró el relativo a la situación en España[26].
Cifras
Las siguientes cifras ilustran brevemente el aumento de este fenómeno.
En España, la Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia recogió durante el 2015 un total de 278 incidentes[27], un 567,35 % más que el año anterior, y Cataluña, la Comunidad Valenciana y Madrid concentraron cerca del 63 % de estos casos.
El Colectivo contra la islamofobia en Francia (CCIF) en su informe del 2015 señaló también una muy importante progresión de actos islamófobos[28]. Mientras que inventariaba 764 actos en 2014, el número era de 905 en 2015, es decir, que sufría un aumento del 18,5 %.
Este mismo colectivo señala dos tipos de actos islamófobos: las violencias físicas y las simbólicas. Las agresiones físicas aumentaron en un 150 %, pasando de 22 casos en 2014, a 55 en 2015.
También indica en su informe que el 64 % de las discriminaciones vienen por parte de las instituciones francesas, y que tres cuartas parte de los agredidos son mujeres.
En el Reino Unido, el informe de SETA[29] recoge que durante el 2015 se produjeron 816 delitos de islamofobia, comparados con los 478 del año anterior. Es decir, casi el doble. Según la organización Tell Mama, el 60 % de las víctimas fueron mujeres.
En todos los países dichas agresiones consisten mayormente en:
- Agresiones verbales, difamaciones e injurias.
- Discriminaciones laborales, escolares y de acceso a las prestaciones sociales.
- Políticas y leyes que afectan a la libertad de culto de los musulmanes y los presentan como una amenaza para el resto de la sociedad.
- Tratamientos mediáticos y declaraciones políticas estigmatizantes que niegan toda aportación positiva de los musulmanes.
- Discurso renovado del feminismo, que rechaza a las musulmanas, reduciéndolas a seres sometidos y sin voz, para imponerles un modelo de liberación etnocéntrico.
- Violencia y agresiones físicas.
Y en 2017, pese a que no existen, todavía, datos disponibles, salta a la vista el preocupante aumento de esta clase de crímenes. La última en denunciarlos en España fue la Concejala de Participación y Convivencia de Badalona, Fatima Taleb, que según expuso no ha parado de recibir agresiones en el último año y medio[30]. También se ha producido uno de los mayores atentados contra musulmanes de los últimos tiempos: el de la mezquita de Quebec, en que fueron asesinadas seis personas.
El rol de los medios en la propagación de la islamofobia
Según el escritor francés Paul Balta, la imagen del musulmán se construye en la mente colectiva de la sociedad actual a través de cuatro estereotipos: el terrorista, el pobre trabajador inmigrante, el rico emir del Golfo y el integrista fanático[31].
Según el investigador Thierry Desrues, los medios de comunicación constituyen uno de los vehículos más comunes para la propagación de estos clichés, básicos para fomentar la islamofobia. La encuesta llevada a cabo por Desrues en 2008[32] demostraba que la mayoría de los musulmanes consideraba que la percepción que tenía de ellos el resto de la población española era negativa, simplista o errónea.
La fabricación de estereotipos peligrosos por parte de la mayoría de los medios es a veces involuntaria, debido a la falta de conocimiento y a la inmediatez de ciertas noticias que se transmiten sin apenas ejercicio de reflexión, pero también es en muchos casos, deliberada y puesta al servicio de la política y la venta de ejemplares de periódicos.
Para ello los medios de difusión se sirven del lenguaje y, también, las imágenes.
En este contexto, la prensa ha desempeñado una función destacada en 2015 debido al aumento del terrorismo de ISIS y a las repercusiones del ataque a Charlie Hebdo en Europa. Esto ha conducido a un aumento en el uso de términos tales como ‘yihad’, ‘burka’ e ‘islamista’ en los medios, a menudo en contextos innecesarios y con propósitos sensacionalistas, o el uso de imágenes estereotipadas tales como mezquitas, mujeres veladas, rezos multitudinarios, etc., dando una imagen monolítica del musulmán, al que solamente se asocia con aspectos relativos a la religión, aun cuando hay muchos que no son practicantes en absoluto. También, el uso de imágenes de musulmanes practicando la religión, asociadas a actos terroristas o criminales, provocan que el Islam y los musulmanes practicantes se asocien indefectiblemente con la violencia.
Otra de los factores que contribuyen a la criminalización de la población arabo musulmana es el hecho de insistir siempre en la nacionalidad del protagonista al relatar un suceso delictivo, aun cuando no es necesario ni aporta nada. Un terrorista “islamista” en cambio, nunca es francés; es franco tunecino o de origen tunecino, mientras que los futbolistas Zidane y Benzema nunca son argelinos; son, simplemente, franceses.
Según Casani, en España en 2015, en la mayor parte de los casos que hacían referencia al islam y los musulmanes, se usó un lenguaje racista, xenófobo y frívolo, aun al tratar cuestiones tan graves como el terrorismo[33]. Algunos ejemplos los tenemos en titulares como “La Brigada Al-Andalus; de la mezquita de la M-30 a las filas del yihadismo”[34]. En este titular se hacen unas amalgamas peligrosas entre cultura y civilización, Al-Andalus, las mezquitas españolas y el “yihadismo”.
Las mujeres, principal blanco de la discriminación
Por otro lado, como se deduce en todos los informes realizdos hasta la fecha, las mujeres musulmanas fueron las principales víctimas de la discriminación islamófoba. No sólo a través de las referencias al uso del velo, a menudo planteado como sinónimo de sometimiento, sino, también, debido a la victimización que se hace de las mujeres cuando se habla de terrorismo.
En las noticias relativas a la participación de las mujeres en el Daesh, por ejemplo, y según Casani, son constantemente etiquetadas como ‘víctimas’, ‘seducidas’, ‘convencidas’, ‘esclavas sexuales’ o ‘concubinas viviendo en un harén’, negándoles, de este modo, cualquier capacidad de acción y decisión.
Ejemplos de esta banalización y frivolidad a la hora de tratar algo tan grave, los encontramos en titulares como “Las chicas yihadistas quieren volver a casa ‘decepcionadas’ con el ISIS”[35], “Jóvenes occidentales locas por un yihadista”[36], y en declaraciones como “se dejaba seducir por las palabras —en inglés— y la imagen de unos hombres barbudos que le prometían una vida en ‘el paraíso de los hermanos’”[37].
Titulares y comentarios todos cargados de indudable morbo destinado a despertar el interés y a vender, pero no a analizar, sino más bien a dudar de la capacidad intelectual y de decisión de las mujeres musulmanas, en general, por muy nefasta que sea, como es el caso.
Y en última instancia, comentarios y titulares todos extremadamente machistas.
En otro orden de cosas, y siempre en referencia a las mujeres, las del Golfo, en este caso, tenemos titulares tan frívolos como el siguiente: “Devotas de Alá… y de Armani”, noticia publicada en El País el 12 de abril de 2013[38].
Y es que incluso, cuando se pretende dar una noticia positiva o diferente del mundo arabo musulmán, se cae en el enaltecimiento del tópico. En un artículo publicado el 17 de enero de 2017 en BBC Mundo[39], acerca del feminismo en Túnez, artículo que podría suponer una visión positiva del mundo árabe según los parámetros culturales de Occidente, se cae también en los estereotipos de forma subliminal. En primer lugar, se afirma que las mujeres tunecinas disfrutan de libertades que no tienen en otros países árabes, lo que no es verdad, porque en el resto del Magreb, al menos sobre el papel y en la vida cotidiana, sucede lo mismo. Por lo demás, contiene párrafos tan maniqueos como el siguiente:
“El 99% de sus poco más de 11 millones de habitantes son fieles musulmanes. Pese a ello, en Túnez las mujeres disfrutan de unas libertades difíciles de encontrar en el resto del mundo árabe”.
Es decir que el Islam, como decía Esperanza Aguirre con ocasión de la última festividad de la toma de Granada es incompatible con la libertad[40]. También se está afirmando aquí que todos los fieles musulmanes son y piensan de la misma forma. Por otra parte, el autor o autora del artículo olvidó mencionar que la constitución tunecina actual, tan libre, fue modificada y aprobada en consenso con el partido islamista Ennahda contra el que tanto se cargó, y que está basada en una visión moderna y libre de la Sharía.
Es también chocante que se hable de la casi absoluta ausencia de noticias de carácter positivo, el que jamás se hable de los países de mayoría musulmana asiáticos, donde la democracia y los derechos son un hecho inapelable, como sucede en Indonesia; el mayor país de ámbito musulmán del mundo. Simplemente para nosotros, españoles, estos países parecen no existir.
El doble rasero de los titulares
Siempre en el 2017, y solamente a modo de muestra, porque la lista de despropósitos es exhaustiva, vemos en el diario El Mundo del 15 de enero de 2017 el siguiente titular: “La ‘locura’ del musulmán kamikaze que se estrelló contra la Guardia Civil”[41]. El subtítulo tampoco tiene desperdicio: ‘Su nombre es Sadio, es senegalés y polígamo’. Imaginemos lo contrario: “La ‘locura’ del católico kamikaze que se estrelló contra la Guardia Civil”. “Se llama Paco, es de Utrera y adúltero”. Volviendo a la noticia, en realidad ni siquiera se trataba de un peligroso terrorista “islámico”, sino de un desequilibrado, lo cual hace este titular aún más incompresible y gratuito.
“La ‘locura’ del católico kamikaze que se estrelló contra la Guardia Civil. Se llama Paco, es de Utrera y adúltero”.
En contraposición, choca comprobar cómo, cuando los crímenes de odio son perpetrados por supremacistas occidentales, nunca se menciona la identidad ni la condición del personaje en los titulares. Eso sucedió al principio con Breivik, “el autor de la peor matanza en Noruega desde la segunda guerra mundial”[42], aunque sí se menciona en el destacado que se trata de un terrorista neonazi.
El problema es que a menudo lo único que se leen son los titulares, y es lo que salta a la vista en las búsquedas por internet. Por eso es tan importante un tratamiento adecuado del titular y de la imagen como primer recurso.
Ahmed Versi, director del periódico Muslim News, un muy influyente medio, declaró en una entrevista telefónica con El Mundo que, «Cuando se tuvo noticia de la explosión de la bomba en Oslo, en todos los titulares aparecía la palabra ‘terrorismo’. Luego, cuando se descubrió que el autor era noruego, los titulares hablaban de ‘masacre’ y ‘asesinato’, y la palabra ‘terrorismo’ desapareció de las cabeceras»[43].
Nuevamente, según Versi: «El lenguaje hacia los musulmanes es muy negativo en Europa. Cuando un musulmán comete un crimen es un terrorista o un islamista radical. Cuando es un europeo, no musulmán, se trata de un desequilibrado o un loco».
También es posible añadir, un lobo solitario o un atacante, como se ha comprobado recientemente con el terrorista canadiense que atentó contra una mezquita en Quebec.
Tampoco en los titulares que hablaban del asesino de varios afroamericanos en una iglesia de Charleston en 2015 se le tildó de terrorista. Solamente era un asesino, lo que le privaba de ideología. En contraposición, al que asesinó a un sacerdote en Normandía, se lo llamó terrorista desde el primer momento, palabra naturalmente secundada por ‘yihadista’ o ‘islamista’.
Asimismo, tampoco el asesinato de un imám y su ayudante en Nueva York ese mismo año, mereció los calificativos de terrorista, islamófobo, racista o crimen de odio. Igualmente, no se mencionan las creencias ni la identidad de ninguno de los asesinos.
Lo mismo exactamente sucedió con el asesinato de tres estudiantes musulmanes en Carolina del Norte, que solamente se tachará de islamófobo en los destacados.
El tiroteo en una mezquita de Quebec el pasado 29 de enero, que el propio Primer ministro canadiense, Justin Trudeau, tachó desde el principio de ‘ataque terrorista contra los musulmanes’, tampoco mereció que los principales medios españoles incluyeran este término en las cabeceras, salvo El País, que incomprensiblemente lo entrecomilló. Todos usaron el término tiroteo, salvo alguno que empleó el de ‘ataque’. La mayor parte de los medios, también los extranjeros, dieron la noticia en un lugar muy poco destacado. Habría que imaginar si atentado se hubiera producido junto a la torre Eiffel o en el corazón de Nueva York contra no musulmanes…
De hecho, la noticia ya no estuvo en la portada de la mayoría de los medios al día siguiente. La Vanguardia, por su parte, el mismo día en que el atentado saltó a los medios afirmaba no saber el motivo por el que se había tachado el tiroteo de “terrorista”[44].
Parece ser que uno de los autores fue un estudiante de extrema derecha; sin embargo, no se leyó en ningún sitio hablar de terrorismo de extrema derecha o supremacista. Ni la Repubblica, ni el ABC, ni El País, ni la Vanguardia… solamente lo hicieron, y en el interior, Le Monde y el New York Times.
En contraposición, el reciente atacante de varios militares en el museo del Louvre de País, fue inmediatamente tildado de terrorista en televisión española, antes de que supiera siquiera el móvil del ataque o el estado mental del individuo.
Algunos medios escritos, como El Confidencial, no dudaron en poner el siguiente título a la noticia: “Ataque en el Louvre: intenta acuchillar a varios soldados al grito de ‘Alá es grande”[45]. Esto es una manera de asociar algo tan propio de los musulmanes, como es el ‘takbir’ (la exclamación “Allah es el más grande”, que precede cada oración), con el terror.
Por otra parte, cabe preguntarse, ¿cuánto tiempo y qué dimensión cobran en los medios audiovisuales y en la prensa escrita los atentados en Irak, Nigeria, Mali, Afganistán, Yemen, Bangladesh, Pakistán e incluso Turquía, a pesar de ser un país europeo? ¿Alguno es comparable a la cobertura de Orlando, París o Niza, pese a ser tan mortíferos o más que éste? ¿Por qué los medios no ponen más empeño en explicar que los países de mayoría musulmana son las principales víctimas de este terror (un ochenta por ciento, según los cálculos), y no solamente los occidentales?
La perversión del lenguaje y el miedo
Se aprecia, asimismo un enorme abuso de términos como “yihadista”, “islamista”, “terrorismo islámico o islamista”, “Eurabia”, “Estado Islámico…”, lo que produce inquietud y miedo entre la población.
Uno de los casos más graves e impúdicos, en este sentido, es el del grupo de prensa argentino Clarín, que tiene una página que se llama nada menos que “Terrorismo islámico”.
Los medios azuzan el miedo y blanden así la amenaza que supone el Islam en un contexto general, y sobre todo europeo. En relación al término yihad, Sara Piquer Martí[46], afirma que en La Razón aparece en 131 ocasiones y en El País, en 81. En ningún momento se incluye un contexto que explique qué es en realidad el yihad para un musulmán. La prensa ha convertido el término “yihadista” en sinónimo de terrorista o fanático, sirviendo la misma causa que los terroristas.
Pero, como antes veíamos, la imagen denigrante del musulmán también se construye subrepticiamente, mediante silogismos, por ejemplo. En un artículo publicado por El País el 5 de febrero de 2013 bajo el título “Un escritor danés crítico con el Islam sale ileso de un ataque delante de su casa”. En el interior del texto, El País describía en el texto como “duro opositor al Islam”, utilizando un eufemismo para obviar el término racista, ya que olvidaba mencionar que había sido procesado por incitación al odio, al afirmar que “las mujeres musulmanas eran violadas por sus tíos, primos y padres”[47].
En otro orden de cosas, los medios contribuyen también a difundir, sin proponérselo, la islamofobia de quienes hacen declaraciones despreciativas hacia los musulmanes. Este es el caso del arqueólogo murciano Julio Navarro Palazón, quien, pese a haber colaborado con la FUNCI, es decir, con una organización de cultura islámica, no dudó en declarar lo siguiente en una entrevista publicada en la Verdad el 5 de agosto de 2016: » Quien dice que el Islam es como la Edad Media nuestra es un gilipollas, no tiene ni puta idea de nada. Los que creen que los musulmanes, con unas cuantas catequesis progres, se van a hacer pro occidentales lo llevan claro. Eso es absolutamente impensable. Evidentemente, para el mundo musulmán todo lo que no sea Islam es malo. Nosotros no representamos ningún atractivo para ellos. Vienen, y tienen todo el derecho a hacerlo, buscando unas condiciones de vida mejores, pero despreciando profundamente nuestro modelo cultural y nuestros valores.»
Las imágenes
Al igual que los titulares, la imagen también cobra una extraordinaria importancia a la hora de estigmatizar a un sector de la población, como es el caso. Hay dos modalidades a la hora de hacerlo: o bien usar imágenes que no vienen al caso con la cuestión tratada y que siempre muestran a los musulmanes en su lado más tradicional y practicando su religión, lo cual, asociado a noticias relativas a la violencia produce una peligrosa amalgama, o bien usando imágenes desagradables y culturalmente chocantes, para referirse a cualquier asunto relativo al islam, lo que también provoca la estigmatización de los musulmanes.
En su libro “Islamofobia”, Santiago Alba Rico[48] habla sobre la trivialización de la muerte de musulmanes a través de las imágenes. En estos casos, sólo se emplean imágenes de los funerales, evitando el vínculo emocional que se crea con la víctima cuando vemos fotos de su vida diaria antes de morir o ser asesinado. Por otro lado, las caras descompuestas por el dolor, la angustia y la rabia son empleadas para alimentar la imagen de los musulmanes como bárbaros y salvajes.
Buenas prácticas
A modo de conclusión, pueden recomendarse una serie de puntos para la promoción de buenas prácticas periodísticas en este sentido. Es, también, necesario señalar que son varios los medios españoles que están invirtiendo la tendencia y publicando noticias de mayor interés y de fondo en relación al Islam y a los musulmanes: El Diario, El Público, e incluso El Español.
Estas recomendaciones incluyen:
- Promover un periodismo especializado que analice las cuestiones relativas al Islam.
- Promover la elaboración de noticias positivas e historias de vidas que humanicen a los musulmanes y demuestren su diversidad.
- Prestar tribuna y entrevistar a autores y autoras musulmanes que se expresen en primera persona.
- No mencionar la nacionalidad o el origen del ciudadano cuando no es necesario al elaborar una noticia relacionada con cualquier tipo de violencia.
- No acompañar el término terrorismo con epítetos tales como “yihadista”, islamista y mucho menos, islámico.
- No ironizar al tratar de cuestiones relativas al Islam y los musulmanes, en especial cuando se trata de mujeres.
- Ser equidistante en el tratamiento de noticias, y no ensalzar la noción de lo ajeno y lo “nuestro”, titulando de la misma forma los hechos acontecidos por unos y por otros.
- Elegir las imágenes adecuadas a cada noticia.
Muchas gracias
NOTAS
[1] Bravo López, Fernando (2010). “¿Qué es la islamofobia?”, Documentación social, 159. Disponible en: <https://sites.google.com/site/teimproject/-quienes-somos/fernandobravo/trabajos-de-fernando-bravo-lopez/queeslaislamofobia>.
[2] Runnymede Trust (1997). Islamophobia: a challenge for us all. Londres: Runnymede Trust.
[3] Fundación de Cultura Islámica (2007), “La percepción del Islam: siglos VII-XII”. Disponible en: < http://www.funci.org/comunicacion/articulos/vision-distorsionada-del-islam-vii-xvii/>; Fundaciónd e Cultura Islámica (2007), “La percepción del Islam: siglos XII-XVII”. Disponible en: < http://www.funci.org/comunicacion/articulos/vision-distorsionada-del-islam-siglos-xii-xvii/>.
[4] Desrues, Theirry y Pérez Yruela, Manuel (2008). “Percepciones y actitudes hacia el Islam y los musulmanes en España, avance de resultados (versión preliminar)”, Instituto de Estudios Sociales Avanzados. Disponible en: <http://ikuspegi-inmigracion.net/documentos/investigacion/es/percep_acti_islam_avancemarzo2008.pdf>.
[5] Fundación de Cultura Islámica (2007), “La percepción del Islam: siglos VII-XII”. Disponible en: < http://www.funci.org/comunicacion/articulos/vision-distorsionada-del-islam-vii-xvii/>; Fundaciónd e Cultura Islámica (2007), “La percepción del Islam: siglos XII-XVII”. Disponible en: < http://www.funci.org/comunicacion/articulos/vision-distorsionada-del-islam-siglos-xii-xvii/>.
[6] Voltaire (2016). El fantismo o Mahoma. Badalona: Parramón.
[7] Voltaire (1959). Ensayo sobre las costumbres y el espíritu de las naciones. París: Hachette.
[8] Hegel, G.W.F. (2001). Lecciones sobre la historia de la filosofía universal. Madrid: Alianza Editorial.
[9] Ibíd.
[10] Bousquet, Georges-Henri (1971). “Goethe et l’islam”, Studia Islamica, nº 33. (Traducción propia)
[11] Topper, Ilya (2015). “El nuevo tabú: criticar al Islam”, El Confidencial, 30/05/2016. Disponible en: <http://blogs.elconfidencial.com/mundo/de-algeciras-a-estambul/2016-05-30/islam-islamofobia-estado-islamico-arabia-saudi-antisemitismo_1208829/>.
[12] Elorza, Antonio (2007). “11-M: El hacha de guerra”, El País, 03/11/2007. Disponible en: <http://elpais.com/diario/2007/11/03/espana/1194044406_850215.html>.
[13] “Zineb El Rhazoui : « L’islamophobie est une escroquerie intellectuelle”, Technikart, 30/05/2016. Disponible en: <http://www.technikart.com/zineb-el-rhazoui-lislamophobie-est-une-escroquerie-intellectuelle>. (Traducción propia)
[14] Gresh, Alain (2004). « À propos de l’islamophobie. Plaidoyer en faveur d’un concept controversé », 04/03/2004, Les mots sont importants. Disponible en : <http://lmsi.net/A?propos?de?l?islamophobie>.
[15] “Hablamos con Amparo Sánchez”, Observatorio del pluralismo religioso en España, 01/03/2013. Disponible en: <http://www.observatorioreligion.es/entrevistas/amparo_sanchez_rosell/>.
[16] Discurso de Kofi Annan, Secretario General de las Naciones Unidas, 07/12/2004. Disponible en: <http://www.un.org/press/en/2004/sgsm9637.doc.htm>.
[17] Modood, Tariq (1997): “’Diference’, cultural racism and anti-Racism”, en Pnina Werbner y Tariq Modood (eds.). Debating cultural hybridity: multi-cultural identities and the politics of anti-racism. Londres: Zed Books.
[18] Bravo López, Fernando (2010). Op cit…
[19] Hammarberg, Thomas (2010). European Muslims are stigmatized by populist rhetoric. Disponible en: <http://commissioner.cws.coe.int/tiki-view_blog_post.php?postId=99>.
[20] Gómez García, Luz: “El discreto encanto de la islamofobia”, El País, 19 de septiembre de 2009. Disponible en: <http://elpais.com/diario/2009/09/19/opinion/1253311204_850215.html>.
[21] Alba Rico, Santiago (2015). Islamofobia. Barcelona: Icaria Editorial.
[22] Martín Muñoz, Gema y Grosfoguel, Ramón (2012). La Islamofobia a debate: la genealogía del miedo al Islam y la construcción de los discursos antiislámicos. Madrid: Casa Árabe.
[23] Martín Muñoz, Gema y Grosfoguel, Ramón (2012). Op cit…
[24] “La conferencia de Evián: el rechazo histórico de los refugiados”, Tiwstislamophobia, 10/02/2017. Disponible en: <https://twistislamophobia.org/2017/02/10/la-conferencia-evian-rechazo-historico-los-refugiados/>.
[25] “La conferencia de Evián: el rechazo histórico de los refugiados”, Tiwstislamophobia, Op cit…
[26] Casani Herranz, Alfonso (2016). Islamophobia in Spain: National Report 2015, en: Enes Bayraklı & Farid Hafez, European Islamophobia Report 2015, Istanbul, SETA, 2016.
[27] Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia (2015). “Informe anual. Islamofobia en España 2014. Disponible en: <http://www.confer.es/114/activos/texto/wcnfr_pdf_4498-thGctgdOLAxMpkVp.pdf>.
[28] Collectif contre l’Islamophobie en France (2015). « Rapport annuel 205 du CCIF). Disponible en: <http://www.islamophobie.net/articles/2015/05/05/rapport-annuel-2015-ccif>.
[29] Carr, James (2016): Islamophobia in Ireland: National Report 2015, en Enes Bayraklı & Farid Hafez, European Islamophobia Report 2015, Istanbul, SETA, 2016.
[30] “La concejala de Guanyem Badalona Fátima Taleb denuncia haber recibido ataques islamófobos”, El Diario, 30/01/2017. Disponible en: < http://www.eldiario.es/catalunya/politica/Guanyem-Badalona-Fatima-Taleb-islamofobos_0_607189555.html>.
[31] Balta, Paul (1994). Islam: civilizaciones y sociedades. Madrid: Siglo XXI de España Editores.
[32] Desrues, Theirry y Pérez Yruela, Manuel (2008). Op cit…
[33] Casani Herranz, Alfonso (2016). Op cit…
[34] “La Brigada Al-Andalus; de la mezquita de la M-30 a las filas del yihadismo”, La Razón, 14/12/2014. Disponible en: <http://www.elmundo.es/espana/2014/12/14/548d72ed22601d88428b4576.html>.
[35] “Las chicas yihadistas quieren volver a casa ‘decepcionadas’ con el ISIS”, El Mundo, 11/10/2014. Disponible en: <Las chicas yihadistas quieren volver a casa ‘decepcionadas’ con el ISIS>.
[36] “Jóvenes occidentales locas por un yihadista”, El Confidencial, 15/10/2014. Disponible en: <http://www.elconfidencial.com/mundo/2014-10-15/adolescentes-occidentales-locas-por-un-yihadista_242506/>.
[37] “Radicalización exprés: De roquera a yihadista en menos de un año”, El País, 25/10/2015. Disponible en: <http://politica.elpais.com/politica/2015/10/24/actualidad/1445682710_631357.html>.
[38] “Devotas de Alá… y de Armani”, El País, 12/04/2013. Disponible en: <http://cultura.elpais.com/cultura/2013/04/12/tentaciones/1365788961_222854.htm>.
[39] “Cómo Túnez se convirtió en el país más feminista del mundo árabe”, BBC Mundo, 17/01/2017. Disponible en: <http://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-38646934 >.
[40] “El día de la Toma de Granada: una fiesta racista y arcaica”, Twistislamophobia, 01/01/2017. Disponible en: <https://twistislamophobia.org/2017/01/01/3430/>.
[41] “La ‘locura’ del musulmán kamikaze que se estrelló contra la Guardia Civil”, El Mundo, 15/01/2017. Disponible en: <http://www.elmundo.es/cronica/2017/01/15/587a0d59e5fdea496b8b4653.html>.
[42] “El autor de la peor matanza en Noruega desde la segunda guerra mundial”, ABC, 23/07/2013. Disponible en: <http://www.abc.es/internacional/20130722/abci-breivik-peor-asesino-noruego-201307221133.html>.
[43] “Si un musulmán mata es terrorismo; si lo hace un europeo es sólo un loco”, Mugak, 26/07/2011. Disponible en: <http://medios.mugak.eu/noticias/noticia/287315>.
[44] “Seis muertos y ocho heridos en ataque terrorista en una mezquita en Quebec”, La Vanguardia, 30/01/2017. Disponible en: <http://www.lavanguardia.com/vida/20170130/413836834466/seis-muertos-y-ocho-heridos-en-ataque-terrorista-en-una-mezquita-en-quebec.html>.
[45] “Ataque en el Louvre: intenta acuchillar a varios soldados al grito de ‘Alá es grande”, El Confidencial, 03/02/2017. Disponible en: <http://www.elconfidencial.com/mundo/2017-02-03/soldado-frances-dispara-louvre-museo-paris_1325948/>.
[46] Piquer Martí, Sara (2014). La islamofobia en la prensa escrita española, Trabajo de Fin de Máster, Universidad de Zaragoza. Disponible en: < http://zaguan.unizar.es/record/31273/files/TAZ-TFG-2014-1232.pdf >.
[47] Ibíd.
[48] Alba Rico, Santiago (2015). Op cit…
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