Homeland se ha ganado la reputación de ser una de las series más islamófobas e intolerantes de la televisión debido a su inexactitud, su representación prejuiciosa e indiferenciada de los árabes, pakistaníes y afganos, y su tergiversación de las imágenes de ciudades como Beirut o Islamabad y de los países musulmanes en general.
A lo largo de sus cuatro temporadas, no ha hecho otra cosa que defender la imagen ideal del protector, blanco y americano, frente a la amenaza malvada y retrograda del musulmán.
A pesar de su gran éxito, excelente producción y buenos actores (los premios recibidos lo demuestran), se trata de una serie que abarca temas de tal complexidad y actualidad, que resultan graves los errores o insinuaciones que en ella se dan lugar, como el hecho de llamar a uno de los terroristas de la serie con el mismo nombre que el del actual embajador de Pakistán en Estados Unidos.
Las reacciones a la discriminación de la serie no se han hecho esperar, como lo ilustra una peculiar anécdota de protesta que protagonizaron un grupo de artistas árabes, a los que se les había solicitado su participación en la decoración de uno de los sets de rodaje (el de un supuesto campo de refugiados en Líbano, en concreto), y aprovecharon la ocasión para pintar las paredes del escenario con grafitis que denunciaban, a través de eslóganes y proverbios, la islamofobia que potencia esta serie de televisión. Al estar escritas en árabe, estos grafitis pasaron desapercibidos, por lo que pueden verse en algunas escenas de la serie.
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