Inés Eléxpuru – FUNCI
El pasado 1 de septiembre, el Papa Francisco nombró cardenal a Cristóbal López Romero, hasta entonces arzobispo de Rabat, Marruecos. Este nombramiento se enmarca en la línea de diálogo intercultural promovida por el Papa. En esta entrevista, López Romero nos habla de encuentro interreligioso, de educación para la igualdad y de migraciones.
El cardenal Cristóbal no es lo que uno se espera cuando va a encontrarse con un cardenal. Dar con su vivienda y lugar de trabajo no es tarea fácil. Situada en pleno centro de Rabat, nadie conoce su ubicación; cuesta encontrarla. Una simple cancela y un pequeño letrero señalan por fin el modesto arzobispado.
Él mismo es quien abre la puerta, recibe, revisa el correo e invita a pasar a su despacho, un abigarrado y colorido espacio lleno de libros, papeles y figuras religiosas, con el toque marroquí de las alfombras bereberes. El tono de voz es fuerte y jovial, alejado de la afectación de ciertos predicadores católicos. Se levanta y se sienta con energía, nos cuenta sus numerosas actividades y peripecias diarias con las comunidades católica y musulmana, atiende a otras visitas que llaman al timbre, ordena que nos sirvan un té y ofrece chocolatinas, “que están buenísimas”.
Cuando responde a las preguntas formuladas por la periodista, cierra los ojos, reflexiona y contesta lenta y largamente.
Durante su trayectoria se ha caracterizado por su apoyo al diálogo entre el islam y el Cristianismo. ¿Qué aporta realmente ese diálogo?
El diálogo interreligioso no es un fin, sino un medio, y sirve para conocernos mejor, apreciarnos, y finalmente ganar en confianza para trabajar juntos por la paz, por la fraternidad y por la construcción de un mundo mejor. El diálogo sería el método para el acercamiento, pero la finalidad es la consecución de un mundo mejor con el que todos soñamos. Y realmente, sin ese encuentro, todo lo demás es prácticamente imposible.
¿Piensa que las tradiciones religiosas rigen el entendimiento entre los pueblos, o bien que por el contrario son las empatías personales las que condicionan la amistad y la convivencia?
En principio todas las religiones empujan hacia el encuentro, hacia el diálogo, hacia el amor. Lo que pasa es que las religiones son también un instrumento, y ese instrumento puede ser bien o mal empleado. Por ejemplo, en la historia vemos cómo muchas veces se han utilizado las religiones para justificar guerras, matanzas, discriminaciones… y cuando esto sucede, todas ellas proclaman ‘¡eso no es la auténtica religión!’ [abre los ojos y alza la voz con energía]. Como dice ahora el islam cada vez que hay un atentado yihadista, ‘esto no es el verdadero islam’. Pero hay gente que utiliza el cristianismo o el islam o el hinduismo para cometer actos que contradicen totalmente la esencia de cualquiera de esas creencias. Por eso es necesario que las personas descubran que las religiones no son la finalidad, sino el medio para llegar hasta Dios. Una experiencia de encuentro con Dios, que en cualquier caso siempre lleva al encuentro con el hermano. Y esto conduce a la paz, a la justicia y a la libertad… Por eso los creyentes debemos unirnos incluso con la gente de buena voluntad sin religión concreta, pero que sintoniza con los mismos valores.
El diálogo interreligioso no es un fin sino un medio, y sirve para conocernos mejor, apreciarnos, y finalmente ganar en confianza para trabajar juntos por la paz, por la fraternidad y por la construcción de un mundo mejor.
¿Qué pasos se deben dar en pos de este respeto interreligioso?
Una cosa muy importe es cambiar la educación o mejorarla, sobre todo la educación religiosa y cívica en todos los países. Hacerla más abierta, de manera que consista en conocer todas las religiones y espiritualidades, y sobre todo que se infunda un respeto hacia el otro, sea quien sea, y se ayude a no percibir el otro como un peligro, como un atacante o un enemigo. Cuando eso no se consigue a través de la educación, luego es muy difícil hacerlo.
El segundo campo de batalla [risas], en el buen sentido de la palabra, es la comunicación. Los medios de comunicación social podrían hacer mucho en este sentido. Y tercero, las autoridades religiosas que deben también, cada una en su ámbito, fomentar este diálogo –algunas ya están haciéndolo- y organizar actos en los que se eso demuestre. Aquí en Marruecos, por ejemplo, el encuentro entre el Papa y el Rey ha sido un ejemplo para muchos que tal vez no lo entendían.
¿Cree que se debe de establecer una igualdad de condiciones para todas las formas de culto en España y, en caso afirmativo, ¿cuál piensa que debe ser la manera de vehicularla?
El principio es tratar a todos por igual, lo que pasa es que cuando las proporciones son muy diferentes, lógicamente los resultados son diferentes. Es decir, pongamos que el Estado quiere ayudar a las diferentes religiones e instituciones que trabajan en el ámbito social. Lógicamente en España la iglesia católica va a recibir más ayudas porque es mayoritaria, y por lo tanto hay muchas más personas voluntarias, instituciones, etcétera; pero el respeto tiene que ser el mismo para todos, y las normativas, también. Si surgen diez familias que piden educación religiosa para sus hijos y hay que poner un profesor, pues eso vale para judíos y vale para musulmanes, y para baptistas y católicos, y para budistas; para todos por igual. Depende de lo que la sociedad demande.
Una cosa muy importe es cambiar la educación, sobre todo la educación religiosa y cívica en todos los países. Hacerla más abierta de manera que consista en conocer todas las religiones y espiritualidades.
El Papa Francisco ha hablado en alguna ocasión de “hemorragia vocacional” en la iglesia católica, mientras que en el mundo de mayoría musulmana vemos un aumento de la conciencia religiosa e incluso de las conversiones en Occidente. ¿A qué cree se deben ambos fenómenos?
Bueno, lo de la hemorragia habría que ver dónde lo dijo el Papa y en qué contexto, porque, si bien es cierto que hay menos vocaciones para el sacerdocio y para la vida religiosa, por el contrario, hay muchos más laicos que se comprometen como catequistas, como agentes sociales y de evangelización. Y también, geográficamente no es lo mismo Europa que África. Ahora mismo acabo de leer que en Burundi se ha abierto un seminario porque hay 200 seminaristas que quieren ser sacerdotes. Sin embargo, en Europa es cierto que la mayoría de los seminarios están vacíos. Hoy día hay muchos más laicos comprometidos que cuando yo era niño. Ahora cada parroquia tiene 10, 20, 50 laicos que se ocupan de diferentes aspectos. Aquí en Marruecos, entre los pocos cristianos que somos, hay muchos comprometidos en las distintas tareas eclesiales.
Ahora, creo que el fervor religioso que hay en algunas tradiciones religiosas es remarcable. Mientras que en ciertas partes del mundo eso decae, en otras aumenta, y eso depende mucho de las condiciones sociales y económicas. Donde hay más pobreza es más fácil que haya más vocaciones; mientras que donde hay bienestar y menos hijos, eso decae.
¿Cómo explica en cambio, como decíamos, el auge del fervor en el mundo llamado islámico?
Yo no soy un experto en mundo islámico y lo poco que conozco es Marruecos. Lo que sí veo es que el islam es una religión misionera. Todo musulmán tiene interés en que haya más musulmanes. Eso lo noto hasta entre quienes no van nunca a la mezquita, pero a nivel de práctica religiosa aquí en Marruecos veo que pasa algo parecido a lo que sucede en España. Hay unos poquitos que van siempre a la mezquita, incluso a las 5h de la mañana, pero hay un buen número que solo practica de manera ocasional, los viernes o durante las grandes celebraciones religiosas. Y luego están lo que no van nunca ¡pero no les digas que ellos no son musulmanes! Ahora, el día en que lo político no vaya unido a lo religioso en los países islámicos, a lo mejor se nota un decrecimiento fuerte como ha pasado en España con el catolicismo.
Lo que sí veo en el islam es a muchas personas convencidas de su fe, que la practican con mucho entusiasmo. De hecho, Charles de Foucauld, que vino a Marruecos, recuperó su fe cristiana estimulado por la manera de rezar de los musulmanes. Le llamó la atención ese contacto profundo con Dios , esa vida de fe que lo abarca todo. No se trata de un momento de reflexión o práctica religiosa. Todo el día, toda la vida está impregnada de la religión, y eso es algo que los cristianos deberíamos recuperar. Se trata de vivir la vida en unión con Dios constantemente.
Charles de Foucauld, que vino a Marruecos, recuperó su fe cristiana estimulado por la manera de rezar de los musulmanes. Le llamó la atención ese profundo contacto con Dios, esa vida de fe que lo abarca todo.
Estamos asistiendo a un aumento de movimientos intolerantes en toda Europa, uno de cuyos pilares es el rechazo a la población inmigrante y, más en particular, de la población musulmana. ¿Qué considera que puede hacerse para contrarrestar esta tendencia?
Una frase que me parece clave es ‘hablemos menos de los musulmanes y hablemos más con los musulmanes’, porque en España me he encontrado con personas que hablan de los musulmanes o de los marroquíes sin haber conocido jamás a uno [eleva el tono con énfasis], ni ponerle cara y apellido, ni saber absolutamente nada de su vida. Y cuando una persona que tiene prejuicios negativos hacia los musulmanes se encuentra con ellos, al final te dice: ‘ay, ¡si son como nosotros!’ ¿Y tú qué te pensabas, que eran marcianos, o que eran extraterrestres o qué? [risas]. Ese diálogo de cara a cara y de igual a igual nos va a ayudar a derribar muchos muros y muchos prejuicios, y ellos tienen que hacer lo mismo con nosotros.
En ocasiones ha comentado que era contrario a los nacionalismos excluyentes que solo se preocupan del bienestar de los propios, mientras que excluye a los extranjeros. Por favor, explíquenos su punto de vista.
Esto lo dije a raíz de unas frases que son muy repetidas en España cuando los gobernantes toman una decisión: “Esto lo hemos decidido porque es bueno para España y para los españoles”. Es una frase acuñada por el Señor Rajoy, que la repetía cada dos por tres. ¡Ah, o sea que eso es bueno para los españoles, pero si daña a los portugueses, a los marroquíes o a los chinos, que se fastidien! Entonces, que nadie se queje de que los catalanes salgan diciendo, ‘esto lo queremos porque es bueno para Cataluña y los catalanes’. Y luego, cuando los catalanes sean independientes, si es que eso sucede alguna vez, vendrán los de Barcelona y dirán ‘los de Barcelona queremos otra cosa’, y al final se llega a decir ‘esto yo lo hago porque es bueno para mí y para mi familia, o directamente, para mí’. Y esto es el principio de la consagración del egoísmo.
Una frase que me parece clave es ‘hablemos menos de los musulmanes y hablemos más con los musulmanes’, porque en España me he encontrado con personas que hablan de los musulmanes o de los marroquíes sin haber jamás conocido a uno.
No escucho a gobernantes de ningún país decir ‘esto lo hacemos, a pesar de que nos fastidia a nosotros, porque es bueno para la humanidad, y vamos a apretarnos el cinturón, porque si no, otros van a morir de hambre’. O ‘vamos a disminuir nuestros coches y nuestras emisiones de carbono, porque si no, estamos perjudicando a toda la humanidad’. Esto es lo que representa todo nacionalismo, incluido el español, o el francés o el inglés… Necesitamos tener una visión más universalista, más holística. A mí me gusta decir: ‘mi casa es el mundo, y mi familia, la humanidad.’
En esta misma línea de rechazo, destaca la indiferencia de los países europeos a la crisis de refugiados que vivimos desde 2011. ¿Qué opinión le merece esta postura y cómo piensa que se podría contrarrestar?
Lo primero, sería entender el fenómeno, y no digo el problema, de las migraciones, porque las migraciones no son un problema. Son la consecuencia de otros problemas: el hambre, la miseria, la pobreza, la desigualdad económica, los conflictos armados, que hacen que muchas personas deban abandonar sus países. Y los españoles no podemos tener mala memoria, porque eso es lo que han hecho millones de españoles yendo a Alemania, a Francia, a Latinoamérica… Si se solucionaran esos conflictos a través del desarrollo de todos los pueblos, y de una cultura de paz, no se haría necesaria la migración.
Necesitamos tener una visión más universalista, más holística. A mí me gusta decir: ‘mi casa es el mundo, y mi familia, la humanidad.’
Nadie se queja de que en Barcelona haya 50.000 inmigrantes italianos, porque no son pobres. El problema no son los inmigrantes, el problema es la pobreza, y el problema es que nos cuesta compartir lo que tenemos. Las migraciones son a veces la solución de muchos problemas. Cuando en el norte de Italia se morían de hambre en el s.XIX y en el s.XX, millones de italianos se fueron a Argentina, que también se benefició de ellos para su desarrollo. Y se solucionó la falta de mano de obra en Francia con los inmigrantes españoles, italianos y portugueses. Las migraciones son un fenómeno natural y un derecho humano. No hay que mirar, pues, al inmigrante como alguien que viene a robarnos, a quitarnos lo nuestro. Si lo miramos como alguien extraño a nosotros, alguien amenazante, seremos capaces de las mayores barbaridades.
¿Qué opinión le merece en este sentido el uso de la amenaza de la ‘islamización de Europa’ empleado por estos movimientos extremistas europeos con el fin de promover este rechazo?
Eso es un fantasma que se crea para ser utilizado políticamente y obtener votos. Yo no creo, sinceramente, que haya planes de una islamización de una región o de otra. Que hay movimientos de personas, y que esos movimientos comportan cambios sociales, sí, es normal, pero nadie se ha propuesto una conquista islámica de Europa, y si alguien lo ha dicho es más un chiste que otra cosa. En ese sentido, se politiza la religión para obtener beneficios políticos, y es malo el crear esa sensación de miedo y de rechazo a quien sea, a los musulmanes o los cristianos, como sucede en la India en determinados ambientes de extremismo hinduista, por ejemplo. Todas las fobias son enfermedades que hay que erradicar y curar, al igual que se considera en psicología. La cristofobia y la islamofobia, lo mismo que el antisemitismo, también son enfermedades que hay que tratar.
Las migraciones son un fenómeno natural y un derecho humano. No hay que mirar pues al inmigrante como alguien que viene a robarnos, a quitarnos lo nuestro. Si lo miramos como alguien extraño a nosotros, alguien amenazante, seremos capaces de las mayores barbaridades.
Pero en España el problema no es solamente la islamofobia, sino la cristofobia, ¡si hay municipios que están derribando cruces y prohibiendo actos religiosos! Y eso, cultural e históricamente, es una aberración. Como lo que pretenden hacer algunos disparatados en el Valle de los Caídos derribando la cruz. Hay una tendencia a lo negativo. La ley de memoria histórica, por ejemplo, se está aplicando de una manera ‘anti’ y sesgada que, digamos, no es una forma de reconciliar a unos y otros. Tenemos que lograr que las medidas que tomemos no sean para atacar al otro, sino para acercarnos. Hacer caminos convergentes en lugar de caminos que nos enfrenten o nos alejen.
En ese sentido, 2019 ha sido declarado por Emiratos Árabes Unidos como “Año de la tolerancia”. En una visita oficial el pasado febrero, el Papa Francisco firmó un documento por la paz mundial y la convivencia. ¿Qué rol ocupa el diálogo interreligioso en la nueva línea de actividad del Papa?
El diálogo interreligioso entre los católicos no comienza ahora, viene de lejos, desde el Concilio Vaticano II. Es cierto que el Papa ha dado un impulso muy grande al encuentro interreligioso en sus viajes y actividades, no solamente con personas del islam, sino que ha recibido a dirigentes mormones, a budistas… Yo creo que el Papa ha querido resaltar esta línea al nombrar cardenales en Indonesia -el arzobispo de Yakarta-, al Presidente del Consejo para el Diálogo Interreligioso, que es un sevillano, Miguel Ángel Ayuso, y a mí mismo.
En España el problema no es solamente la islamofobia, sino la cristofobia.
El Papa Francisco destaca por su visión aperturista e integradora, ¿le ha canjeado esta postura reacciones de rechazo entre determinados sectores católicos?
Esto no a todos les gusta. No todos los cristianos están entusiasmados con esta idea. El Papa mismo me dijo, ‘mira, por este documento sobre la fraternidad humana que he firmado con el Imam de Al-Azhar, un cardenal ha venido a decirme que soy hereje. Y con ese he hablado y parece que se ha ido convencido, pero otros lo dicen a la espalda y no vienen a decírmelo’. Pero también hay otros que nos son cristianos y a los que nos les gusta lo que dice el Papa sobre la Amazonia, o sobre este sistema económico que mata… hay muchos que no están de acuerdo con esto. Pero yo creo que el Papa es una esperanza para el mundo entero, no solo para los cristianos. Yo estoy contento con él.
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