El pasado 15 de noviembre, a raíz de los trágicos atentados ocurridos en París, que se saldaron con la muerte de 129 personas, el historiador Jordi Sánchez Callado, autor del blog Mirando a Oriente, publica este interesante artículo de opinión en el que invita a reflexionar sobre la reacción de Occidente ante estos atentados. Más en concreto, invita a los lectores a recapacitar sobre la razón por la cual un ataque contra Francia es capaz de generar una respuesta masiva de la población a nivel mundial, mientras que incidentes similares en países del continente asiático o africano apenas logran alcanzar los titulares de los periódicos. Su conclusión: estamos siendo racistas.
“¿Por qué? Os preguntareis. Fácil respuesta. Nadie ha hablado del atentado del viernes en Beirut, Líbano, que ha ocasionado de momento 43 muertos y 239 personas heridas (según la agencia EFE). Nadie se ha solidarizado con el pueblo libanés. Nadie con la bandera francesa en su Facebook he visto representando la bandera del Líbano. Pero esto no es lo peor. No veo a nadie nunca denunciar las oleadas de atentados que azotan los diferentes países del mundo, no solo los islámicos (masacres de extremistas budistas en Myanmar, que de momento se contabilizan con 18.000 asesinatos). Nadie en las redes denuncia las masacres de Bashar al-Assad contra la población civil, que incluso bombardea con armas químicas, como la masacre de Guta del 2013 (1.400 personas murieron asesinadas). No veo solidaridad con otras civilizaciones cuando son víctimas del horror y el terror. Y la respuesta a este motivo es clara: RACISMO.”
De acuerdo con el autor, la reacción europea y norteamericana a estos atentados muestra la subordinación del resto de culturas a la occidental, que se refleja en la generación de una empatía selectiva hacia las víctimas de estos países, en un marcado contraste con la insensibilidad con la que estas mismas poblaciones reciben otras noticias igualmente trágicas.
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