El debate sobre la inmigración ha existido en Estados Unidos desde la fundación del país. Sin duda, uno de sus símbolos es la Estatua de la Libertad, que se esgrime como un argumento a favor de recibir a aquellos que tratan de llegar al país buscando nuevas oportunidades. No obstante, un dato poco conocido y muy relevante en el debate actual sobre los refugiados es que, como señala Michale Daily en el periódico Daily Beast, la intención original del monumento era que representase a una campesina egipcia, convirtiéndose así en un Coloso de Rodas para la época industrial.
Sin embargo, el diseñador de la estatua, el francés Frédéric-Auguste Bartholdi, encontró, paradójicamente, la inspiración en otro lugar, muy lejor de Estados Unidos, y más concretamente en el sur de Egipcio. En 1855, Bartholdi visitó los monumentos de Nubia en Abu Simbel, entre los que figuran una serie de tumbas protegidas por inmensas estatuas, y se quedó fascinado por la arquitectura antigua, desarrollando una pasión por los monumentos públicos de gran escala y las estructuras colosales. Con el tiempo, canalizó esta pasión en una propuesta para la inauguración del Canal de Suez, pero Egipto, que ya había invertido grandes cantidades de tiempo y dinero en estas obras, decidió rechazar la oferta, por considerarla demasiado costosa. Finalmente, se instaló un inmenso faro en Port Said, a la entrada del Canal de Suez.
Pese a ello, Bartholdi no se desanimó y, con el tiempo, reorientaría su proyecto, al que llamó La libertad iluminando el mundo, el nombre oficial de la estatua que se instaló en la Bahía de Nueva York en 1886, en la conmemoración del centenario de la independencia del país.
Fuente: Smithsonian magazine
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