Glosario
¿Por qué un glosario de términos islámicos? Aunque hace décadas que el islam y los musulmanes están, más por desgracia que por suerte, en el candelero mediático, seguimos constatando que el lenguaje periodístico y político continúa reproduciendo errores importantes en la comprensión de términos básicos. Desde la habitual confusión entre árabe y musulmán, o entre islámico e islamista, a las interpretaciones retorcidas de términos habituales en la vida de los musulmanes como yihad o la exclamación Allahu akbar. Existen diversas iniciativas que pretenden deshacer estas confusiones: pequeños glosarios, artículos, vídeos didácticos e incluso esfuerzos importantes de sistematización de terminología islámica.
¿Qué aporta entonces este glosario que presentamos aquí? Quizás lo novedoso es la perspectiva. Como en otros casos, es un glosario realizado por especialistas, pero que quizás por primera vez no están situados fuera de la realidad cultural, social y religiosa de la que hablan (como ocurre muy frecuentemente cuando se trata del islam), sino que pertenecen a ella. Eso permite abordar la terminología teniendo en cuenta no sólo su significado o su uso, sino también las connotaciones que estos términos y su uso incorrecto tienen para los musulmanes.
Este glosario por tanto no pretende ser ni, mucho menos, exhaustivo. Su propósito no es sustituir a los diccionarios especializados, sino definir una serie de términos particularmente recurrentes en el lenguaje periodístico y político, cuya comprensión incorrecta contribuye a dibujar una imagen distorsionada de la realidad de los musulmanes.
Aleya. Forma castellana tradicional del árabe , aya “signo”, que es el nombre que reciben los versículos numerados en los que se organiza el texto del Corán. Aunque el texto es el mismo para todos los musulmanes, el número de aleyas en que se divide oscila entre 6204 y 6236, según las diversas escuelas. Las aleyas se agrupan en capítulos llamados azoras o suras.
Alá / Allah. “Alá” es la castellanización de la palabra árabe “Allah”, que significa “Dios”. No es un nombre propio de un dios particular de los musulmanes, sino el Dios único común de las religiones monoteístas. Los árabes de otras religiones (como cristianos, judíos o drusos) también usan la palabra “Allah” para referirse a Dios. Del mismo modo, los musulmanes de lengua no árabe pueden usar diversos términos en sus propias lenguas para referirse a la divinidad.
Ejemplos de uso:
La España de Alá (libro de Ignacio Cembrero, 2016)
“Terror en nombre de Alá” (La Vanguardia, 25.10.2015)
El uso recurrente de la palabra “Alá” para generar titulares o títulos de impacto referidos a musulmanes resulta abusivo y a veces ofensivo. Primero, porque reafirma el prejuicio de que los musulmanes adoran a una divinidad particular y distinta de Dios. Segundo, porque atribuye a Dios la responsabilidad sobre acciones humanas.
Suníes y chiíes, los dos brazos de Alá (libro de Javier Martín, La Catarata, 2014)
En este caso, además abundar en lo anterior, se humaniza a Dios al modo de las representaciones cristianas, algo inexistente en el islam, donde Dios no es ni siquiera pensado o imaginado en forma humana.
“Lo consideraba esencial para facilitar la interlocución con las administraciones públicas y mejorar las condiciones de los hijos de Alá” (Levante, 7.3.2010).
Entre las características que le atribuye el islam a Dios no está la de ser “padre”, ni siquiera metafóricamente, por lo que expresiones literarias del tipo “hijos de Alá» para referirse a los musulmanes carecen doblemente de sentido para estos. En primer lugar, porque Alá no es una divinidad particular sino el mismo Dios único de todas las religiones monoteístas. En segundo lugar, porque los musulmanes no se nombran a sí mismos como hijos de Dios, sino en todo caso como hijos de Adán.
Allahu akbar. Esta frase (que en árabe se llama takbir) se utiliza en multitud de ocasiones y es una de las más expresivas de la fe musulmana. Significa literalmente “Dios (Allah) es más grande”. Gramaticalmente, falta la segunda parte de la comparación (¿más grande que qué?), que se considera innecesaria por la propia idea de que Allah está más allá de cualquier contingencia o definición.
La frase se pronuncia repetidamente en la oración musulmana, así como en multitud de circunstancias de la vida cotidiana, para expresar agradecimiento, sorpresa, alegría, alivio, resiliencia, dar ánimos, etc. No es, como alguna gente parece creer, un grito de guerra que precede a un acto violento o incluso un indicador para saber si un acto violento debe ser calificado o no de terrorismo. Es más, la expresión está tan integrada en el lenguaje cotidiano que ni siquiera debe atribuírsele una intención necesariamente religiosa.
Árabes. Ser árabe y ser musulmán son cosas totalmente distintas. Los árabes, históricamente, son los descendientes de los habitantes de la Península Arábiga, donde surgió el islam. En la actualidad, se llama “árabes” a las personas cuya lengua materna es el árabe, y/o que son originarias de los llamados países árabes, donde el árabe es lengua oficial (aunque en varios de esos mismos países existen poblaciones no árabes). Es por tanto un concepto cultural y lingüístico, no religioso. Aunque la lengua árabe y el islam están muy vinculados, porque el árabe es la lengua del Corán, la inmensa mayoría de los musulmanes del mundo no son árabes. De igual modo, existen millones de árabes que profesan religiones distintas del islam, o que no profesan ninguna.
Ashura. Festividad que se celebra el décimo día del mes de muharram, el primero del calendario islámico. Tiene significados diversos en las distintas tradiciones del islam. En occidente es especialmente conocida la versión chií de la Ashura, jornada en la que se rememora el martirio del imam Husayn, hijo de Ali y nieto de Muhammad, a manos del califa omeya en año 680. Con esa ocasión, y en los diez días anteriores, los chiíes realizan diversas manifestaciones de duelo y representaciones de aquellos sucesos históricos. Para los sunníes, en cambio, suele ser un día festivo similar a los del ramadán, en el que se observa un ayuno voluntario y se producen encuentros familiares.
Aya. En árabe, “signo” o “señal”, y particularmente “signo divino”. En su sentido amplio, se refiere a las señales o indicios de la existencia de Dios. El Corán utiliza este término de forma recurrente para referirse a las señales implícitas en las propias leyes de la naturaleza. En su sentido estricto se llama también aya a cada uno de los versículos numerados en los que se organiza el texto del Corán, llamados en castellano aleyas (aleya). Ya que, por su carácter revelado, son considerados también señales de la existencia divina.
Ayatolá o ayatollah. Del árabe ayatu l-lah, “signo de Dios”. Es el título asociado al rango más alto de la jerarquía de mulás o ulemas de la rama mayoritaria del chiismo. No existe fuera de este ámbito.
Azora. Forma castellana tradicional del árabe sura, que es el nombre que reciben cada uno de los 114 capítulos del Corán. En la actualidad, la palabra castellana tiende a usarse menos que el término sura, que es el que recoge el Diccionario de la Real Academia. En cualquier caso, se trata de un término de género femenino, no masculino como a menudo se emplea erróneamente.
Calendario islámico. Calendario lunar utilizado tradicionalmente en el mundo islámico, cuyo cómputo comienza con la Hégira o hiyra (año 622 de la era cristiana), motivo por el cual se llama también calendario hiyrí. Se compone de 354 o 355 días distribuidos en 12 meses de 29 o 30 días. Los días comienzan con la puesta del sol y los meses con la luna nueva. Las distintas latitudes y formas de establecer oficialmente la aparición de la luna ocasionan diferencias de fecha entre diferentes territorios, relacionadas por ejemplo con el inicio y fin del mes de ramadán y otras festividades. Asimismo, al ser más corto que el calendario solar, los meses lunares no tienen una correspondencia fija con los solares ni con las estaciones del año.
Aunque el calendario lunar es el islámico por antonomasia, existen otros calendarios que pueden considerarse culturalmente islámicos, como el calendario solar actualmente oficial en Irán y Afganistán, o el calendario solar utilizado en el Imperio otomano, que igualmente inician su cómputo en la Hégira.
Chiismo. El chiismo es una de las dos grandes ramas del islam que existen hoy, y a la que pertenecen en torno a un 15% de los musulmanes. La división entre el islam chií (o chiíta) y la rama mayoritaria, sunní, tiene un origen político (shi’a en árabe significa “facción” o “partido”), que solo más tarde adquirió características doctrinales. En términos generales, el chiismo se caracteriza por la importancia que se otorga al recuerdo y el martirio de los imames descendientes de Ali y Fátima (yerno e hija del profeta, respectivamente), a los que se considera los transmisores más fidedignos de las enseñanzas del profeta. También otorgan una mayor importancia a los contenidos esotéricos y místicos junto a la interpretación literal de la religión y tienen en general un menor conservadurismo doctrinal que la rama sunní. No obstante, el chiismo tiene importantes puntos en común con algunas corrientes del islam sunní, como el sufismo, y existen ramas del chiismo, como los zaidíes, más próximas doctrinalmente al islam sunní que al resto de grupos chiíes. De ahí que, en la práctica, la división entre chiismo y sunnismo siga siendo hoy más política que religiosa, aderezada por la rivalidad de intereses entre Irán y sus aliados y Arabia Saudí y los suyos. No es correcta la idea de que el chiismo es más “radical” o más “heterodoxo” que el sunnismo, como a veces se escribe.
Corán. En árabe, al-Qur’án: “la lectura” o “la recitación” por excelencia. La forma tradicional castellana, hoy en desuso, es Alcorán. Es un libro que contiene el conjunto de revelaciones que según la tradición islámica le hizo Allah (Dios) al profeta Muhammad por medio del ángel Gabriel. Por tanto, la mayoría de los musulmanes cree que el Corán contiene la palabra literal de Dios tal y como fue revelada. La revelación se hizo a lo largo de 22 años y por ello el Corán recoge tanto cuestiones de carácter general como otras que hacen referencia a acontecimientos específicos de la vida del profeta y los primeros musulmanes. El Corán se recogió por escrito después de la muerte del profeta y formalmente está dividido en 114 azoras o suras (capítulos) que contienen más de seis mil aleyas o versículos. Entre las ideas infundadas que existen respecto al Corán están las siguientes:
- El Corán es un conjunto completo de normas que regulan todos los detalles de la vida de los musulmanes. No es cierto. Solo un 10% de los versículos del Corán se refieren a deberes y rituales concretos, y únicamente unos 80 (poco más del 1%) contienen normas propiamente jurídicas.
- Los musulmanes creen que el Corán es la palabra de Dios, por tanto, toman y aplican literalmente cualquier cosa que diga. Tampoco es cierto. La tradición interpretativa musulmana no permite la interpretación literal de versículos sueltos y descontextualizados, tal y como hoy en día hacen supuestos “expertos” en el ámbito mediático, académico, político, etc. Cualquier interpretación tiene que tener en cuenta lo que dicen otros versículos que traten del mismo tema o de temas afines, cuáles son las circunstancias en las que se revelaron los versículos, cómo fueron interpretados y aplicados por el profeta y sus compañeros, y cuáles son las opiniones de los distintos expertos y escuelas al respecto.
Ejemplo de uso incorrecto: “[…] un texto que reproducía palabras del Corán que los yihadistas consideran dogma de fe: «Y preparaos todo lo que podáis para luchar contra ellos (los infieles) como fuerza y como equipo para aterrorizar al enemigo de Alá».”
Du’a/duá. Forma de plegaria o súplica independiente de la oración obligatoria o salat. que puede añadirse a esta o realizarse en cualquier otro momento o situación. Al contrario que el salat, la du’a no es obligatoria y no adopta una forma fija, si bien existen algunas fórmulas estandarizadas en las diversas tradiciones del islam.
Dikr. La etimología de esta palabra comparte las nociones de “mención” y “recuerdo” de Allah. El dikr es la repetición de los noventa y nueve nombres de Allah o de fórmulas que recuerdan a Allah y al profeta. Con frecuencia constituye un ritual en sí mismo, que adquiere una forma rítmica, a veces acompañado de música, respiraciones acompasadas, movimiento corporal y otros elementos. Es una práctica con muy diversas variantes y no universalmente admitida por los musulmanes, o no en todas sus formas. Resulta particularmente importante en el sufismo.
Fetua/fatua/fatwa. Dictamen en materia de jurisprudencia islámica, emitido por un muftí, en teoría a petición de una segunda persona que realiza la consulta. Dada la inexistencia de clero formal en el islam, las fetuas se apoyan en el magisterio moral del muftí y su opinión no es necesariamente representativa ni vinculante para la comunidad de musulmanes. No obstante, la idea más extendida sobre las fetuas procede del uso partidista que en ocasiones se hace de las mismas, con el objeto de legitimar y deslegitimar, con argumentos religiosos, posiciones políticas.
Fitna. Literalmente, “engaño”, “tentación” u “opresión”. Término coránico que se aplica a todo aquello que puede poner en peligro la fe, así como la unidad de la comunidad de musulmanes o umma. En su uso histórico, han recibido el nombre de fitna las guerras civiles en el seno del islam, pero también las variadísimas disensiones doctrinales, con el argumento de que amenazan la unidad.
Fitra. Estado natural o primigenio del ser humano, que, de acuerdo con la doctrina islámica, lo predispone de manera innata a reconocer que todo lo existente está vinculado a Allah, esto es, al islam, en el sentido primero del término. De ahí la idea de que los seres humanos nacen siendo musulmanes y es la educación y el entorno en el que viven lo que les transforma en otra cosa, y de ahí también que la conversión al islam se califique a menudo de “retorno al islam”. El término iftar o futur, “ruptura del ayuno” o “desayuno”, tiene la misma raíz que fitra, porque sugiere un regreso al estado natural interrumpido por el ayuno. Lo mismo ocurre con la fiesta de final de Ramadán, llamada Aid al-Fitr.
Halal. Lo “lícito” o “permitido” de acuerdo con la ley y la ética islámicas. En tiempos recientes, se ha popularizado la marca “halal” referida a los alimentos y otros objetos de consumo, para indicar que no contienen nada opuesto a las prescripciones islámicas.
Haram. Lo “vedado” de acuerdo con la ley y la ética islámicas. En su sentido general, se aplica a aquello que se considera ilícito o no permitido. Sin embargo, también se utiliza para referirse a lugares especialmente sacros, como los llamados santos lugares, cuyo nombre más literal es “los lugares haram”.
Hégira. En árabe, hiyra, “migración”. Nombre que recibe el traslado de la primera comunidad de musulmanes desde la ciudad de la Meca a la de Yathrib, luego llamada Medina (ver santos lugares), para escapar a la persecución de la que eran objeto y poder vivir de acuerdo a los dictados de su fe. La Hégira tuvo lugar en el año 622 de la era cristiana y, con posterioridad, el inicio del año lunar correspondiente fue tomado como inicio del calendario islámico.
Algunas tradiciones del islam, así como algunos grupos islamistas, consideran la Hégira como modelo de éxodo o de retiro (interior o exterior) que deben adoptar los musulmanes cuando se ven confrontados a un entorno hostil o no conforme a los principios del islam.
Hiyab. Literalmente, “cortina” o “velo”, que es el significado con el que aparece en el Corán. Referido a la ropa, se refiere tanto al hecho general de vestirse de manera recatada como a algunas prendas en concreto, sobre todo, en la actualidad, el pañuelo femenino que cubre la cabeza. En el seno mismo de la comunidad musulmana existe un debate sobre hasta qué punto este tipo de prendas constituyen una obligación religiosa emanada del Corán y la Sunna o un producto de determinadas interpretaciones y tradiciones históricas. En todo caso, no pretende ser un signo de sumisión, y menos al varón, como habitualmente se dice, sino en todo caso un signo de adhesión al islam.
Integrismo y fundamentalismo. Son términos periodísticos sacados de la tradición cristiana para referirse a distintas corrientes y grupos islámicos, más políticos que religiosos, que hacen especial hincapié en el islam (y especialmente en visiones puritanas y literalistas del mismo) como eje de su identidad. Véase islamismo, salafismo y wahabismo.
Imam. Etimológicamente, “que está delante”. En sentido estricto, persona que dirige la oración musulmana. En sentido amplio, guía o dirigente de una comunidad de musulmanes, de ahí que se utilice a menudo como título honorífico.
Infiel. Véase káfir.
Islam. Es un término árabe que suele traducirse literalmente como “sumisión”, aunque carece de las connotaciones negativas de este término en castellano, por lo que sería más apropiado traducirlo como “entrega”. Tiene la misma raíz que “salam” (paz) o “salim” (sano).
En su sentido coránico, islam es el hecho de reconocer que todo lo existente está vinculado a Allah. Y de ahí que el “muslim” o musulmán (“el que se entrega”) es, en su sentido original, quien reconoce y acepta ese vínculo y esa dependencia de todo lo creado respecto a su creador.
En su sentido histórico, el islam designa una religión específica desarrollada a partir del Corán y la predicación del profeta Muhammad, que en su desarrollo ha adquirido gran diversidad interna y está estrechamente emparentada con las demás religiones monoteístas, como reconoce el propio Corán.
En un sentido geográfico-histórico, islam se usa ocasionalmente con el significado de “mundo islámico” o “civilización islámica”, de modo equivalente al significado que tiene la palabra cristiandad en relación con las sociedades de hegemonía cristiana.
Islámico. Todo aquello que se refiere al islam, tanto en un sentido religioso como cultural, referido a las sociedades de mayoría de población islámica.
Islamismo, islamista. En el lenguaje político y sociológico, “islamismo” e “islamista” se refieren a distintas corrientes ideológicas y grupos políticos que hacen del islam el eje de su definición política. De ahí que al “islamismo” a menudo se le llame también “islam político”. Es un fenómeno nacido en el siglo XX, que adquirió especial notoriedad a partir de las últimas décadas del mismo. Los musulmanes no tienen por qué ser islamistas (igual que los cristianos no tienen por qué ser democristianos o nacional-católicos), ni los islamistas tienen por qué ser particularmente religiosos.
Islamofobia. A pesar de su etimología, que significa “miedo al islam”, la islamofobia es una forma de racismo contra las personas musulmanas o consideradas como tales, con independencia de su práctica religiosa real o de la importancia subjetiva que esta tenga. Es racismo en tanto que racializa a los musulmanes, es decir, considera que todos ellos tienden a pensar y actuar de una determinada manera por el hecho de ser musulmanes, igual que el racismo biológico atribuye características de comportamiento específicas a las supuestas “razas” humanas. Y también es racismo en el sentido de que en gran parte del mundo (especialmente en Europa) se dirige contra grupos de población que han sido tradicionalmente estigmatizados o excluidos debido a sus orígenes étnicos, geográficos o culturales, mucho antes de que se hablara de islamofobia.
La crítica al islam en sí no tiene por qué considerarse islamofobia, pero no puede olvidarse la existencia de un contexto social en el que, en la práctica, dicha crítica se alienta y utiliza para estigmatizar a las personas musulmanas o consideradas como tales.
Káfir. Palabra habitualmente traducida por “incrédulo” o “infiel”, y que ha dado lugar al castellano cafre. La raíz del término árabe se refiere al hecho de ocultar o negar el mensaje divino. En la jurisprudencia islámica o fiqh, se aplica generalmente a los no musulmanes, aunque algunos grupos islámicos lo han hecho extensivo a los musulmanes que, según su criterio, no siguen debidamente los principios del islam (véase takfir).
Mahoma. Es la castellanización del nombre propio Muhammad o Mohammed, que fue el profeta del islam a través del cual, según la tradición islámica, Allah (Dios) reveló el Corán. Se trata de un personaje histórico, no legendario, que vivió en los siglos VI y VII de la era cristiana. Aunque la castellanización del nombre es habitual en los nombres de personajes históricos, hay musulmanes que creen que existe cierta intención ofensiva en el hecho de no llamar al profeta por su nombre original.
Mahometano, mahometismo. Término en desuso que se utiliza como equivalente de musulmán y de islam, entendiendo que el islam es una religión creada por Mahoma o Muhammad. Desde la perspectiva musulmana, Muhammad es el mensajero o transmisor de un mensaje divino, no el creador del mismo. Por tanto el término mahometano carece doblemente de sentido: porque el islam no es creación del profeta y porque la etimología de la palabra mahometano incluye el nombre Mahoma, que no es el que usan los musulmanes para referirse al profeta. El equivalente que sería correcto, muhammadí, en el islam es algo que se refiere específicamente al profeta (su vida, sus dichos, sus enseñanzas, etc.) y no a la religión islámica en su conjunto.
Moro. Es un término de origen griego que significa “negro” y que originalmente hacía alusión a los habitantes del noroeste de África. En la Península Ibérica, la palabra “moro” se utilizó durante la Edad Media y los inicios de la Edad Moderna para referirse a los musulmanes locales, y desde entonces se ha usado de manera indistinta para nombrar a los musulmanes en general, a las personas originarias del Magreb (noroeste de África) e incluso a las personas originarias de cualquier sociedad de mayoría musulmana. Históricamente, no ha sido un término peyorativo, pero en la actualidad muchas de las personas que son llamadas así sí lo perciben de forma negativa, por lo que conviene abstenerse de usarlo salvo en contexto histórico.
Muftí o mufti. Persona a la que se le reconoce la capacidad de emitir dictámenes en materia religiosa, llamados fetuas o fatwas. Dada la inexistencia de clero formal en el islam, los dictámenes de un muftí, como la propia condición de muftí, se apoyan en un magisterio moral y no son necesariamente representativos de la comunidad de musulmanes. No obstante, no son infrecuentes la oficialización y politización de los muftíes, con el objeto de legitimar y deslegitimar, desde una óptica religiosa, tanto políticas estatales como discursos e iniciativas de oposición.
Mulá/Mullah/Mollah. Del árabe mawla, “señor”. Nombre genérico que reciben en Asia central las personas versadas en ciencias religiosas del islam, que se usa también como título honorífico. Es equivalente del término ulema.
Mundo árabe. Conjunto de los países que tienen como lengua oficial el árabe. También designa al conjunto de Estados miembros de la Liga Árabe.
Mundo islámico. Conjunto de los países y sociedades de mayoría islámica. Es un término que debe usarse con precaución, ya que las generalizaciones referidas al “mundo islámico”, tan habituales en la prensa, son tan inconsistentes como las generalizaciones que pudieran hacerse sobre el “mundo cristiano”. Sociedades de mayoría islámica como Irán, Marruecos, Indonesia, Senegal o Albania son tan diversas entre sí en cualquier aspecto como puedan serlo sociedades de mayoría cristiana como Estados Unidos, Uganda, Filipinas, Paraguay y Noruega.
Musulmán. En árabe, muslim: el que se somete o entrega a Dios. Es un término que en propiedad debe aplicarse a personas, no a cosas. De modo que es incorrecto decir “mundo musulmán” o “cultura musulmana”, aunque en la práctica esté muy extendido hacerlo. La idea de “musulmán” en la actualidad tiene un sentido tanto religioso (quien profesa la fe islámica) como sociológico y cultural (quien procede de un entorno cultural islámico). Este último sentido es problemático, pues tiende a considerar la religión como elemento central de las personas de familia musulmana por encima de sus creencias religiosas reales o la importancia que estas tengan en su vida. En ese sentido, se puede hablar de un proceso de “racialización” de la religión similar al que hizo en el pasado el antisemitismo con las personas de familia judía.
Noche del Destino. Es la traducción más habitual en castellano de la expresión árabe laylat al-qadr o laylatu l-qadr, que puede entenderse también como “noche del poder” o “noche del decreto”, entre otras traducciones. De acuerdo con el Corán, es la noche del mes de ramadán en la que se produjo o se inició la revelación (tanzil), aunque no señala el momento preciso del mes en el que se ubica esa noche. La mayoría de las tradiciones la sitúan entre las últimas noches impares del mes y la celebran de un modo especial.
Noventa y nueve nombres de Allah. Serie de nombres que designan a Dios en el islam y que representan otros tantos atributos divinos. Están tomados del Corán y la Sunna y su sistematización varía según las tradiciones. Estos nombres aluden a la grandeza, la magnificencia, la omnipotencia, la omnisciencia, la compasión, la justicia, la paz, la capacidad creadora, etc. Su recitación constituye la base de los rituales llamados dikr.
Peregrinación a la Meca. El término árabe se translitera de diversos modos: hajj, hach, hayy, etc. La peregrinación es uno de los pilares del islam y consiste en la obligación de realizar un viaje ritual a los lugares sagrados de la Meca al menos una vez en la vida si se tienen medios y capacidad para ello. La peregrinación se realiza en un momento determinado del año y tiene un ritual fijado.
Pilares del islam. Para la mayoría de los musulmanes, son los cinco actos principales de adoración en el islam (‘ibadat), cuyo cumplimiento constituye una obligación individual: la profesión de fe o shahada, el salat, azalá u oración, la zakat o azaque, el ayuno (sawm) de Ramadán y la peregrinación a la Meca. Algunas tradiciones del islam formulan la cuestión de los pilares, su número y su importancia de modo distinto.
Radical, radicalización. A menudo se dice de una persona musulmana, cuando comete un delito supuestamente amparado en la religión, que es un “musulmán radical” o que se ha “radicalizado”. Al contrario, cuando un musulmán se muestra abierto y dialogante se dice que es un “musulmán moderado”. Eso es tanto como decir que el islam en sí es una religión reaccionaria, violenta y cerrada, y que quienes la siguen hasta sus últimas consecuencias necesariamente se convierten en criminales; y, al contrario, que los musulmanes son tolerables mientras no sigan su religión de forma estricta. La idea de la “radicalización” o de la “radicalización exprés” es aún más grave, pues supone que una persona de cultura musulmana, aunque no sea religiosa, es susceptible de convertirse en criminal de la noche a la mañana, como si la cultura islámica fuera una especie de psicosis latente que puede activarse en cualquier momento.
Ramadán. Noveno mes del calendario islámico, en el que se realiza la práctica del ayuno o sawm, que constituye uno de los pilares del islam, por lo que con frecuencia el nombre del mes se utiliza como sinónimo de la festividad religiosa o del propio ayuno. De acuerdo con el Corán, en el mes de ramadán se produjo la revelación o tanzil, o al menos el inicio de la misma. En relación con esto, el momento más señalado del mes es la Noche del Destino.
Revelación. Véase tanzil.
Salafismo. Se llama así a distintas corrientes de pensamiento surgidas en el seno del islam que tienen en común el hecho de pretender recuperar el islam primigenio de los salaf (ancestros), es decir, de las primeras generaciones de musulmanes. Originalmente, se llamó salafistas a movimientos reformistas de carácter secular y nacionalista, surgidos a principios del siglo XX, que pretendían buscar una vía islámica a la modernidad. En la actualidad sin embargo el término “salafista” designa más bien a movimientos puritanos. Frente al islamismo, que también persigue un retorno a los orígenes del islam, el salafismo no se concibe como un proyecto político, sino que sitúa su énfasis sobre la moral y la dimensión ética del islam.
Salat, azalá. Término que habitualmente se traduce como “oración” o “plegaria” y constituye el acto máximo de adoración musulmana, así como uno de los cinco pilares del islam. Se realiza siguiendo unas pautas fijas con muy pocas variaciones entre las distintas comunidades y escuelas. El Corán establece la obligatoriedad e importancia del salat, pero su número (cinco veces al día) y su ritual proceden de la Sunna. El término azalá, hoy en desuso, es el arabismo castellano histórico que corresponde a salat. Existen en el islam otras formas de plegaria como la du’a y el dikr.
Sarraceno. Es un término de origen posiblemente arameo que significa “oriental”, hoy en desuso. Se refiere a los musulmanes en general. En una parte de la Península Ibérica, se empleó tradicionalmente en lugar de la palabra moro.
Sharía. Del árabe shari’a: camino o vía. Conjunto de leyes y disposiciones supuestamente emanadas del Corán y la Sunna (costumbres y ejemplos del profeta y sus compañeros) que pretenden regular la vida de los musulmanes y las sociedades islámicas. Al contrario de lo que suele decirse, el Corán no contiene apenas disposiciones legales. De ahí que la Sharía diste mucho de ser un código homogéneo y unánimemente admitido, ya que es más el producto de un corpus de jurisprudencia histórica, determinado por las diversas contingencias de cada momento, que una trasposición literal del Corán.
Sufismo. Se llama así a un conjunto heterogéneo de creencias y prácticas místicas del islam, basadas en un sistema de iniciación y organización en torno a maestros y cofradías. La idea de sufismo se refiere principalmente al islam sunní, donde está ampliamente extendido, aunque no es unánimemente aceptado (por ejemplo, las corrientes más literalistas lo rechazan). El islam chií suele integrar la mística en su dogma y su práctica, por lo que es menos habitual la existencia del sufismo como elemento diferenciado. El sufismo no es un islam “heterodoxo”: no se opone a las lecturas y prácticas comunes del islam, únicamente las complementa con significados y rituales místicos que, según su tradición, se remontan al propio profeta.
Sunna. En árabe, “uso”, “norma” o “tradición”. Se refiere a los hechos y dichos del profeta Muhammad y sus compañeros, que constituyen una guía de conducta y de interpretación del mensaje coránico, además de una de las fuentes de la Sharía o derecho islámico. Gran parte de las prácticas del islam, incluidas por ejemplo el modo de hacer la oración o la práctica de la circuncisión, proceden de la Sunna.
Al contrario de lo que ocurre con el Corán, el corpus de la Sunna no está fijado de manera uniformemente aceptada por todos los musulmanes, y existe un debate histórico sobre el papel de estas tradiciones en la formación de doctrina, en relación con el Corán y otras fuentes. Las fuentes principales de la Sunna son los hadices (hadiz), hechos y dichos del profeta transmitidos por sus compañeros, sobre los que tampoco existe un corpus totalmente unificado, y la sira o biografía del profeta. Los musulmanes chiíes añaden los hechos y dichos de los imames (imam) o guías infalibles de la comunidad.
Sunníes. El sunnismo es la rama mayoritaria del islam, a la que pertenecen en torno a un 85% de los musulmanes. Su nombre procede de la centralidad que tiene la Sunna (“costumbre” o “norma” que se remonta al profeta y sus compañeros) como guía de vida e interpretación del Corán. Los sunníes suelen denominarse a sí mismos en árabe ahl as-sunna wa-l-yama’a, que puede traducirse como “gentes de la tradición y la comunidad”. El sunnismo otorga una gran importancia a la cohesión de la comunidad y rechazan la división o fitna. De ahí que, aunque los sunníes tienen en la práctica una gran diversidad interna, esta diversidad no suele formalizarse ni expresarse en ningún modo que pueda poner en peligro la unidad. El islam sunní se divide actualmente en cuatro grandes escuelas jurídicas (han existido otras) que se reconocen mutuamente y que resuelven más bien cuestiones de práctica religiosa que de dogma.
Sura. Cada uno de los 114 capítulos del Corán. En la actualidad, el término sura se utiliza más que la variante castellana tradicional azora, y de hecho es el primero el que recoge el Diccionario de la Real Academia. En cualquier caso, se trata de un término de género femenino, no masculino como a menudo se emplea erróneamente.
Takfir. El hecho de declarar káfir (“incrédulo” o “infiel”) a otros musulmanes por no seguir debidamente los principios del islam. Es una práctica ligada a ciertas corrientes islamistas, que la aplican a los regímenes políticos contra los que luchan, a determinados grupos y corrientes del islam e incluso, en caso extremo, a cualquier musulmán que no siga la doctrina preconizada por el grupo. El uso del takfir tiene como objetivo legitimar la crítica e incluso la violencia ejercida contra la persona o colectivo considerado káfir, y es el elemento ideológico que explica el hecho de que la mayoría de las víctimas del mal llamado yihadismo sean musulmanas. De hecho, el takfir es un elemento tan central del ideario de los grupos que defienden esta práctica que a menudo son llamados takfiríes, término más conveniente que el de yihadistas.
Tanzil. En árabe, “descenso”. Es el término utilizado en el Corán como sinónimo de revelación, entendiendo que el mensaje coránico “desciende” de la realidad superior ( Allah) al mundo material, por mediación del ángel Gabriel (Yibril), que es quien se lo transmite al profeta. El Corán sugiere que la revelación se produjo de una sola vez, durante la Noche del Destino, si bien históricamente se extendió a lo largo de 23 años. Esta diferencia ha sido explicada de diversos modos por los ulemas y otros comentaristas, considerando por ejemplo que durante la Noche del Destino se produjo solo el inicio de la revelación, o bien que el Corán pasó por un estadio ontológico intermedio (del mensaje eterno a su concreción lingüística, o del alto al bajo cielo, es decir de una forma más cercana a lo divino a otra más cercana a lo humano) antes de producirse la revelación histórica por etapas.
Taqiyya. “Disimulo” de la fe en caso de grave peligro, también llamado kitmán (ocultación). Es un recurso utilizado históricamente por algunas comunidades musulmanas minoritarias (como los chiíes en algunos países, o los moriscos en España) que permite disimular u ocultar totalmente la pertenencia al islam en caso de que esta suponga un grave peligro. La taqiyya no aparece en el Corán y su legitimidad no es comúnmente admitida por la jurisprudencia islámica. No obstante, en tiempos recientes se ha hecho un uso abusivo de este término en medios periodísticos, dando a entender que todos los musulmanes se acogen a la taqiyya para disimular sus verdaderas creencias e intenciones, de modo que no es posible creer a un musulmán por lo que diga de sí mismo o del islam. Este concepto es el fundamento de la acusación infundada de “doble lenguaje” que se lanza sobre algunos musulmanes cuando lo que dicen no se corresponde con las ideas que los islamófobos tienen sobre el islam.
Ulema. Del árabe ‘ulamá, “sabios”, cuyo singular en árabe es ‘alim. Nombre que reciben las personas versadas en ciencias religiosas del islam. En Asia central se suele usar como equivalente el término mulá. Se trata de denominaciones genéricas, que engloban otras más específicas como las de alfaquí, ayatolá, muftí, etc.
Umma. En árabe, “comunidad”, “colectividad” o “nación”. Específicamente, se refiere a la comunidad ideal que forman todos los musulmanes.
Versículo. Ver aleya.
Wahabismo. Es una doctrina político-religiosa fundada por el predicador Muhammad Abd al-Wahhab en Arabia en el siglo XVIII, y que está estrechamente ligada a la existencia de Arabia Saudí y la dinastía que le da nombre, los Al Saud. En sus orígenes, era una corriente que predicaba una visión simple, estricta y literalista del islam, alejada de la mística, de las influencias religiosas y culturales consideradas ajenas, así como opuesta a las grandes escuelas de pensamiento y a las autoridades islámicas históricas. El wahabismo ha sido duramente criticado durante décadas por otros grupos musulmanes debido a sus excesos doctrinales, entre ellos el de anatemizar o “excomulgar” (takfir) a los musulmanes que no siguieran su estricta visión de las cosas. Sin embargo, desde los años setenta del siglo XX, debido a la alianza de Estados Unidos con Arabia Saudí y las rentas del petróleo, la influencia del wahabismo se ha extendido por todo el espacio islámico hasta hacerse hegemónica. Hegemónica quiere decir, en este caso, que no es una corriente en absoluto mayoritaria en términos numéricos, pero sí es la que tiene mayor capacidad económica, comunicativa y de influencia política, y en cierto sentido es la que proporciona muchas de las imágenes que los no musulmanes tienen actualmente sobre el islam.
Yihad. Yihad es un término árabe de género masculino que significa “esfuerzo”, y propiamente el esfuerzo que deben hacer los musulmanes en defensa de los valores del islam. Es un concepto recogido en el Corán, que algunas corrientes musulmanas incluyen entre los pilares del islam. Este esfuerzo se refiere tanto al trabajo espiritual interior que hacen las personas sobre sí mismas (que es lo que la tradición islámica llama “yihad mayor”) como a la defensa de la comunidad musulmana frente a los ataques (en la tradición islámica, “yihad menor”). A lo largo de la historia, muchas luchas políticas, guerras incluidas, se han presentado a sí mismas como “yihad”, en un intento de adquirir legitimidad a los ojos de los musulmanes, incluso cayendo en el contrasentido de llamar yihad a la violencia ejercida contra otros musulmanes. Es el caso, actualmente, de las actividades de los grupos terroristas que se llaman a sí mismos “islámicos” y de los Estados y poderes que los apoyan. De ahí que, fuera del islam, “yihad” se entienda exclusivamente como sinónimo de “guerra santa”, uso consignado por la RAE (y por eso en castellano tiene, erróneamente, género femenino). Sin embargo, para la mayoría de los musulmanes, “yihad” es un término de connotaciones positivas que no tiene nada que ver con la violencia sino con el esfuerzo para lograr la perfección o la excelencia (ihsan) en el carácter y en las acciones, así como para mejorar la sociedad en la que se vive. Usar yihad y el neologismo yihadismo en relación con el terrorismo implica dar por válidos los planteamientos de estos grupos y su instrumentalización del islam en favor de causas que no tienen nada que ver con la religión.
Ejemplo De uso incorrecto: Historia de la Yihad. Catorce siglos sangrientos en el nombre de Alá (José Javier Esparza, 2011)
Yihadismo. Neologismo acuñado por los medios de comunicación, los textos legislativos y la retórica política para referirse a la actividad de los grupos violentos no gubernamentales que utilizan una retórica islámica. La idea de yihadismo procede de una comprensión del concepto de yihad en el sentido limitado de “guerra santa” y su uso, indirectamente, valida los planteamientos de estos grupos y su instrumentalización del islam en favor de causas ajenas a la religión. Una denominación alternativa es la de takfiríes (véase takfir).
Zakat, azaque. Literalmente, zakat significa “purificación”, y azaque es la forma castellana clásica de la palabra árabe. El azaque es la parte de los ingresos o los bienes que todo musulmán debe revertir a los más necesitados de la comunidad. Es uno de los pilares del islam. Aunque habitualmente se traduce como “limosna” o bien como “impuesto” o “diezmo”, no corresponde exactamente a ninguno de estos conceptos. No se trata de un acto de caridad voluntaria como la limosna (sadaqa) ni de una cotización a las instituciones religiosas o a la Administración (aunque a veces adopte esa forma). El azaque parte de la idea de que todo lo que se posee procede de Allah y hay que devolver una parte para equilibrar las diferencias sociales, lo que tiene el efecto de purificar los ingresos propios y alejarlos del enriquecimiento ilegítimo. En la medida en que no se trata de una caridad voluntaria sino de un derecho de los desfavorecidos, el cálculo y modos del azaque es objeto de regulaciones más o menos estrictas en las distintas tradiciones del islam.