Sudán ha vivido una historia convulsa desde una independencia en 1956, caracterizada por la guerra civil y los enfrentamientos entre el Norte y el Sur, por una sucesión de gobiernos autocráticos y por la crispación religiosa. (Imagen de portada de Talal Nayer)
Alfonso Casani – FUNCI
En este contexto, una figura destaca por sus esfuerzos políticos e intelectuales para hacer de Sudán un país más igualitario, pacífico y democrático: Mahmud Muhammad Taha. Conocido mediáticamente como “el Gandhi de Sudán”, Taha fue un reformista religioso y líder nacionalista, firme defensor del pacifismo y de la búsqueda de vías alternativas tanto políticas como espirituales.
El inestable proceso de independencia de Sudán
Los últimos años de condominio angloegipcio (que se extendió entre 1898 y 1956) estuvieron marcados por la tensión con el sur del país, étnica y religiosamente diferentes, con importantes mayorías de población cristiana y animista. También se caracterizó por los tensos debates sobre la función que el islam debía ejercer en el Estado, enfrentando a la corriente socialista, la corriente islámica tradicionalista, asociada con las élites independentistas, y a la extensa presencia sufí existente en el país.
En este entorno sufí, creció Mahmud Muhammad Taha. Nacido en 1909 en Rufa’a, un pequeño pueblo situado al sur de Jartum y a orillas del Nilo Azul, su familia estaba vinculada a la rama de los Qadiriyya (seguidores de Abdel Kader al-Yilani, Irán, ss. XI-XII), una de las tres principales órdenes sufíes del país.
Taha estuvo involucrado en el incipiente movimiento nacionalista sudanés desde sus orígenes a finales de los años 30, mientras estudiaba ingeniería en la hoy Universidad de Jartum. Descontento con la oposición al régimen colonial, a los que acusaba de connivencia con los colonos, o de vinculación con las corrientes tradicionalistas sectarias, fundó el Partido Republicano en 1945[1]. La fundación de esta organización política marcó el comienzo de unos meses de confrontación con las autoridades británicas, que culminaron con el encarcelamiento de Taha al año siguiente.
Tras ser arrestado una primera vez en 1945 por la actividad política llevada a cabo por el Partido, Taha lideró al año siguiente una revuelta en su ciudad natal de Rafa’a contra las autoridades británicas, con motivo de la detención de una mujer acusada de practicar una forma de mutilación genital sobre su hija. A pesar de condenar ese tipo de prácticas, Taha consideraba que su prohibición solo conduciría a un aumento de la conflictividad social y a la extensión de este tipo de prácticas.
Su condena de dos años de prisión supuso el comienzo de un periodo de contemplación y búsqueda espiritual, que continuaría durante un periodo de tres años de retraimiento de la sociedad. Estos cinco años de reflexión espiritual cimentarían el pensamiento espiritual desarrollado por Taha en los años posteriores.
“La vía” reformista de Taha
Taha resumió esta comprensión adquirida del Corán en 1952 en el libro “Esta es mi vía”. Esta obra defendía una interpretación directa y personal del Corán. También ofrecía una visión reformista y original del pensamiento religioso, que proponía la distinción entre dos tipos de suras, o azoras, en el Corán, en función de su contenido y de su naturaleza. Para ello, distinguió entre las suras reveladas durante la etapa del Profeta en la Meca, antes de su exilio a Medina, y cuyo contenido gira en torno a la regulación de la devoción personal (suras de carácter universal). De acuerdo con Taha, el segundo grupo de azoras, revelado en Medina en un contexto de persecución del Profeta y sus seguidores y después de que el Profeta alcanzase una posición de líder político (suras de carácter circunstancial), refleja un contenido más “defensivo”, con mayores referencias a la violencia, y está destinada a la regulación política y social de los creyentes[2].
Durante esta época, Taha comenzó a ser denominado como Ustad, “profesor”, entre sus seguidores, un título tradicional que refleja la importancia de la educación en el islam, y que demostraba la voluntad de transmisión y formación en una “nueva vía” espiritual y social a sus seguidores[3].
En un contexto de tensión y presión religiosa por la adopción de la sharía tras la independencia del país y de fortalecimiento de los Hermanos Musulmanes, con una interpretación rigurosa del islam, la propuesta de Taha representaba una llamada a la moderación y la libertad religiosa, que abogaba por la interpretación personal, la libertad de creencia y la promoción de la democracia dentro de los parámetros del islam. Tras la independencia del país en 1956, esta postura quedaría reflejada en su rechazo al reconocimiento de la sharía como fuente jurídica en la nueva Constitución. En su opinión, este reconocimiento solo podía contribuir a aumentar las diferencias entre las regiones del Norte y del Sur y a intensificar la discriminación contra la población no-musulmana de la región sureña[4].
La creación de un movimiento espiritual y su repercusión sobre la mujer
Tras la independencia de Sudán en 1956 y en el marco del desarrollo espiritual del Ustad Taha, su partido político, el Partido Republicano, evolucionó para convertirse en un movimiento espiritual, los Hermanos y Hermanas Republicanos, sin que por ello abandonase su labor política o su deseo de influencia sobre el futuro de Sudán, para asegurarle un porvenir más igualitario y libre de conflictos.
Ya en 1955, Mahmud Taha había publicado su obra Usus Dustur As-Sudan (Fundamentos para la Constitución de Sudán), una guía de propuestas para la futura Constitución independiente de Sudán, en la que abogaba por adoptar un modelo de república socialista, democrática y federal, que evitase reconocer la sharía como principio de derecho. Al año siguiente participó en la Comisión constituyente encargada de elaborar la Constitución, abandonándola precisamente por desacuerdos en torno al papel que debía desempeñar la religión.
Más allá de su propuesta política, este movimiento cuestionó los usos y costumbres sociales aceptados, abogando por una liberación espiritual y una transformación social que comenzase en uno mismo y dentro de la comunidad de seguidores de Taha. De este modo, el movimiento abogó por el abandono de las costumbres tradicionales del país, con un especial énfasis en la emancipación de la mujer, promoviendo nuevas prácticas y costumbres que superasen su posición subordinada. El movimiento rechazó la tutela de las mujeres como figura jurídica, así como la subordinación de la mujer en cuestiones religiosa, hasta ese momento relegadas de las prácticas y rituales religiosos. La promoción de la igualdad de las mujeres, en lo social y lo espiritual, quedaba reflejada en su práctica de los rituales tradicionales de transición social (su rol en los nacimientos, los matrimonios, los funerales…), en su adquisición de conocimientos religiosos y en su participación en las actividades, debates y rituales del movimiento[5].
Aunque este movimiento nunca alcanzó un número elevado de seguidores, ya que nunca llegó a superar los varios miles de seguidores, la influencia del Ustad Taha excedió con creces su capacidad de movilización, debido a su defensa de un islam que abrazaba el desarrollo humano y la democracia como componentes esenciales de la fe[6], en un contexto marcado por la crispación religiosa.
Persecución política de los Hermanos y Hermanas Republicanos
Un periodo de mayor actividad a finales de los 60, coincidiendo con un periodo de leve apertura política, permitió a Taha publicar tres nuevas obras (Tarieq Mohammed –La vía de Mohamed–, Risalat Assalat –El mensaje del rezo–, y Arrisala Atthaniya min Al-Islam –El segundo mensaje del islam–), que profundizaban en su vía reformista. Este pensamiento hizo que Taha fuese acusado de apostasía por varios profesores de estudios islámicos en 1968 y sentenciado in absentia. Taha se negó a participar en el juicio aludiendo a su derecho de libertad de expresión. Aunque en aquel momento, la sentencia no tuvo repercusiones, sentó la primera piedra para su posterior persecución y, finalmente, su ejecución.
El golpe de Estado protagonizado por el Movimiento de Oficiales Libres en 1969, defensores de mayores postulados socialistas, y el fin de la guerra civil con el Sur en 1972 trajo un momento de mayor entendimiento entre los Republicanos y las autoridades. A pesar de ello, sus actividades públicas fueron prohibidas en 1973. Aunque sus miembros no fueron directamente perseguidos, su capacidad de acción estuvo fuertemente limitada desde entonces. A pesar de ello, el movimiento continuó apoyando al gobierno liderado por el recién instaurado Yafaar al-Numeiry durante toda la década de los 70, siempre y cuando se respetase el acuerdo de paz con el Sur y no se adoptase constitucionalmente la sharía.
La situación cambió a comienzos de los 80, cuando un gobierno debilitado comenzó a apoyase sobre los cada vez más importantes Hermanos Musulmanes, finalmente acordando la adopción de la sharía en 1983. Su abierta oposición a esta decisión condujo al arresto de varios de los miembros de los Republicanos, incluido el propio Taha, que permaneció en prisión durante un año y medio, hasta diciembre del año siguiente. Con sus movilizaciones, los Hermanos y Hermanas Republicanos insistían en las consecuencias discriminatorias que esta fuente de legislación, de carácter flexible, pero a menudo mal aplicada, tendría para el sur del país, y sus posibles repercusiones en el proceso de paz. Esta fecha, 1983, coincide, de hecho, con el comienzo de la segunda etapa de la guerra civil entre el Norte y el Sur.
A su salida de prisión, Taha publicó “Esto… o el diluvio”, un nuevo ensayo en el que se reafirmaba en su rechazo de la sharía como fuente de legislación en un país multicultural, e insistía en su derogación. En este texto, explicaba:
“»Hoy en día no basta con que un ciudadano disfrute de la libertad de culto. Tiene derecho a los plenos derechos de un ciudadano en total igualdad con todos los demás ciudadanos. Los derechos de los ciudadanos del sur en su país no están previstos en la sharía [una interpretación de la religión de carácter humano], sino en el islam a nivel de la revelación coránica fundamental.”
Arrestado de nuevo, Mahmud Taha fue nuevamente acusado de apostasía y sentenciado a muerte. La sentencia se llevó a cabo el 18 de enero de 1985, entre importantes protestas internacionales.
Un legado vivo
Su muerte tuvo notables consecuencias para el régimen de al-Numeiry. La sentencia había sido condenada por un parte importante de la élite sudanesa, además de por países como Estados Unidos, Reino Unido o Egipto, o asociaciones internacionales como Amnistía Internacional. La decisión del régimen de ejecutar la sentencia contribuyó al debilitamiento de sus apoyos, tanto desde el punto de vista nacional como internacional, y finalmente culminaría en un nuevo golpe de Estado militar en 1989, por parte de Umar Hassan al-Bashir[7].
Más importante, su propuesta reformista ha prevalecido como un ejemplo de promoción de un islam moderado, en un contexto de crispación política y religiosa, y por su defensa de la democracia, de los derechos y libertades de los ciudadanos, así como su especial énfasis en la libertad religiosa y la igualdad de género.
[1] https://www.alfikra.org/page_view_e.php?page_id=2
[2] Tangenes, Gisle (2006). “Culture: the Islamic Gandhi”, Bits of News. https://web.archive.org/web/20070927021918/http:/www.bitsofnews.com/content/view/3856/42%7C
[3] Howard, Stephen (1988). “Mahmoud Mohammed Taha: a remarkable teacher in Sudan”, Northeast African Studies, Vol. 10, No. 1 (1988), pp. 83-93
[4] https://www.alfikra.org/page_view_e.php?page_id=2
[5] Howard, Stephen (2006). “Mahmoud Mohammed Taha and the Republican Sisters: A Movement for Women in Muslim Sudan”, The Ahfad Journal Vol. 23. No. 2
[6] Ibid.
[7] Ortega, Rafael (2019). “Sudán: ¿islam africano e islam árabe? Dicotomías del islam, el islamismo y el sufismo”, Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofía, Política, Humanidades y Relaciones Internacionales, año 21, nº 41. Primer semestre de 2019. Pp. 439-464.
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