“En tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario”
– George Orwell
La desinformación existente en torno a los musulmanes (entre ellos, los refugiados, los inmigrantes y el resto de la ciudadanía) ha sido utilizada para construir narrativas dañinas, que refuerzan la islamofobia existente y crean un ambiente fértil para promover profundos cambios políticos y sociales. Pese a que se haya analizado en profundidad el papel de la islamofobia en los medios de comunicación, apenas se ha estudiado su rol en las redes sociales, en especial a través de la transmisión de imágenes. Estas imágenes son muy susceptibles de ser manipuladas si se sacan de contexto, o si se utilizan en noticias completamente falsas (hoy en día denominadas fake news). Pueden utilizarse para impulsar agendas políticas determinadas, ampliar las divisiones sociales y atacar a colectivos vulnerables.
En marzo de 2017, poco después de que Khlaid Masood atacase Westminster, una imagen concreta se propagó por las redes sociales. Era la imagen de una mujer vistiendo un hiyab, que, con expresión consternada, se aferraba a su teléfono móvil mientras cruzaba el puente de Westminster. Detrás de ella, una de las víctimas de Masood yacía en el suelo, rodeada de viandantes preocupados por su estado. La imagen se hizo viral en Twitter y Facebook, así como en un gran número de blogs anti-islam.
La fuerte discusión que generó giraba en torno al “desdén” mostrado por la mujer, lo que condujo a fuertes críticas y estereotipos islamófobos. Algunos usuarios consideraban que la mujer simpatizaba con el atacante de Westminster. Pese a que otros respondiesen en su defensa, el daño ya estaba hecho. Era como si se hubiese añadido una nueva capa a las percepciones públicas negativas a las que se enfrentan los musulmanes desde hace tiempo.
La islamofobia online se hace viral
Se han realizado muchos estudios sobre la forma en la que se proyecta el islam y los musulmanes en la televisión y la prensa escrita. En comparación, las redes sociales a penas han sido estudiadas, si se tiene en cuenta su tamaño, preponderancia y su creciente influencia sobre los comportamientos sociales. En este sentido, los estudios realizados sugieren que las actitudes negativas hacia el islam y los musulmanes continúan reproduciéndose en el contexto de las redes sociales (Törnberg and Törnberg, 2016).
Las imágenes de las redes sociales desempeñan, por tanto, un importante papel en la construcción de noticias falsas y de narrativas que satisfagan las agendas políticas.
Los usuarios a menudo perciben a los musulmanes como un “grupo desagregado y homogéneo, rodeado de conflicto, violencia y extremismo” (ibid., p. 133). De forma general, los musulmanes y el islam son representados en los medios de comunicación británicos en distintos contextos negativos, en los que se les considera “una amenaza a la seguridad”, una amenaza “a ‘nuestro’ modo de vida” y en los que se les sitúa en conflicto constante con los “valores británicos” (Moore et al, 2008).
Es más, la cobertura mediática de los musulmanes ha ganado impulso con el tiempo (ibid., p. 10), comenzando tras el 11-S y aumentando desde entonces. Esta cobertura sugiere la existencia de una islamofobia inherente, en la que los periodistas no cuestionan las narrativas dominantes sobre los musulmanes, sino que se limitan a perpetuarlas. En término de imágenes, la investigación demostró que las imágenes predominantes son aquellas de musulmanes varones y solitarios, especialmente en las fotos policiales, lo que sugiere una vinculación con el terrorismo, el extremismo o con una falta de normalidad (por ejemplo, a menudo se retrata a Abu Hamza, el clérigo que tiene un garfio por mano).
Los sujetos de las imágenes aparecen, por lo general, en comisarías o en los juzgados. Otras imágenes los representan rezando, predicando, o participando en protestas. Esto demuestra que el foco principal, en la mayoría de las imágenes de musulmanes en los medios de comunicación, se sitúa en el terrorismo o en las diferencias culturales o religiosas (ibid., p. 28).
Poole (2002) confirma estos hallazgos, argumentando que las cuestiones con los que generalmente se asocia a los musulmanes y al islam incluyen el “terrorismo”, la política y las reacciones a la guerra de Iraq. La cobertura mediática tiende a relacionar a los musulmanes con acontecimientos globales, lo que genera fuertes asociaciones entre el islam y situaciones de guerra y conflicto. Cuando se trata de cobertura nacional, se tiende a destacar las situaciones que muestran “tensiones sociales”, “plantean preguntas sobre la lealtad y el sentimiento de pertenencia” y en las que los musulmanes aparecen en contraste con los “valores británicos tradicionales”. Una percepción arraigada de los musulmanes como un “otro”, combinada con la desconfianza en torno a la lealtad de estos mismos hacia los “valores británicos” y “nuestro” modo de vida podrían despertar sentimientos entre los usuarios que les inciten a creerse noticias falsas sobre los musulmanes y a compartir imágenes e historias que apoyan esas percepciones negativas, sin profundizar en análisis críticos.
En los últimos años, una nueva ola de acontecimientos mediáticos relacionados con la población musulmana, tales como el asesinato de Lee Rigby, las distintas atrocidades cometidas por ISIS, o los ataques a París, Niza, Berlín y Londres, ha animado a la población a expresar sus opiniones sobre el islam y los musulmanes en las redes sociales. La gente también se ha acostumbrado a compartir imágenes sobre los musulmanes sin pararse a comprobar su veracidad.
Enturbiando la narrativa: las fake news
Esto ha conducido a la expansión de numerosas noticias falsas o fake news, en las que las imágenes de los musulmanes se vinculan a distintas noticias, sacadas de contexto o, directamente, inventadas. En estos casos, no sólo se puede culpar a los medios convencionales, el público puede fácilmente crear y compartir noticias falsas, contribuyendo a reforzar la percepción negativa que existe sobre los musulmanes y a perpetuar la dañina narrativa actual.
Las narrativas digitales también pueden causar daños en el mundo real, como ha demostrado Imran Awan (2016) en su investigación, en la que vincula el aumento de crímenes de odio contra la población musulmana al aumento de contenido islamófobo compartido en Twitter y Facebook. Awan argumenta que un gran porcentaje de los comentarios publicados en línea acerca de la población musulmanes tienen un “tono extremista e incendiario”. Asimismo, ofrece una tipología de islamofobia existente en Facebook, en un intento de explicar qué es lo que incita a la gente a publicar y compartir ese tipo de contenidos (ibid., p. 8).
No obstante, ninguno de los estudios mencionados explora de forma específica el papel de las imágenes en las redes sociales. Las imágenes pueden ser muy poderosas, incluso más que las palabras, y son predominantes en los medios de comunicación actuales. Las tecnologías digitales han abierto nuevas plataformas para que los usuarios puedan crear, editar y manipular sus propias imágenes. Las imágenes de las redes sociales desempeñan, por tanto, un importante papel en la construcción de noticias falsas y de narrativas que satisfagan las agendas políticas. Se trata de un ámbito significativo y meritorio de mayor exploración.
Fuente: Samanthanorth.com
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