Publicamos este breve informe sobre la situación de la convivencia entre distintas comunidades, radicalismo e islamofobia en España, realizado por la revista 20 minutos, a partir de diversos documentos, entre ellos el informe de la FUNCI sobre la Islamofobia en España 2015.
«Los atentados yihadistas en París (noviembre de 2015) y Bruselas (marzo de 2016) o el ataque suicida en el aeropuerto Atatürk de Estambul (junio de 2016) -al que ha acompañado una ola de acciones terroristas en Bagdad (Irak), Kisham y Kabul (Afganistán), Lafole y Mogadiscio (Somalia), Jordania, Yemen, Mali, Camerún, Arabia Saudí, Egipto, Bangladesh o Kenia coincidiendo con el mes sagrado del ramadán, que finalizó este miércoles- han colocado el foco de atención sobre las comunidades musulmanas.
Los servicios de seguridad españoles han catalogado hasta 34.448 puntos que, por factores demográficos, socioeconómicos o de seguridad, podrían convertirse en lugares de radicalización yihadista en nuestro país, según ha desvelado el periodista Ignacio Cembrero en el libro ‘La España de Alá’ (Esfera, 2016). El Ministerio del Interior ha aumentado los medios humanos y materiales para combatir el integrismo. Expertos e investigadores no se ponen de acuerdo acerca de si España es un objetivo prioritario. Sin embargo, todos los consultados alaban la coexistencia pacífica entre los credos musulmán y cristiano, a pesar de que la permeabilidad entre ambos solo sea real en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. Esta es la radiografía del islam en España.
Población
El 3,9% de los ciudadanos de nuestro país son musulmanes (1,8 millones de personas, según el padrón). La mayoría se concentra en Cataluña (510.481), Andalucía (300.460) y Madrid (278.976), aunque la mayor densidad de población se da en Ceuta (36.181) y Melilla (43.981), donde suponen el 43% y el 52% de los vecinos, respectivamente. El grupo mayoritario son los musulmanes españoles, seguidos de marroquíes, argelinos, bengalíes (Bangladés e India), pakistaníes, senegaleses, nigerianos, gambianos, malíes y guineanos.
Representantes
El imán sirio Riay Tatary dirige la Unión de Comunidades Islámicas de España (Ucide). El empresario español de origen marroquí Mounir Benjelloun está a la cabeza de la Federación Española de Entidades Religosas Islámicas (Feeri). Ambos se disputan el control del órgano superior, la Comisión Islámica de España. El grupo de conversos más influyente, según Ignacio Cembrero, es la progresista Junta Islámica. Casa Árabe, brazo diplomático del Ministerio de Exteriores, admite que carece de un interlocutor único con la comunidad musulmana. Tampoco existe un dirigente espiritual que aglutine a un colectivo «muy heterogéneo» debido a la disparidad de nacionalidades, ramas y niveles de culto dentro del islam.
Mezquitas
La Ucide tiene registrados 1.427 templos, aunque no son los únicos lugares de culto o enseñanza. El porcentaje de musulmanes que practican a rajatabla los cinco pilares del islam (testimonio de Dios y su profeta, rezo diario en cinco ocasiones, limosna, ayuno en Ramadán y peregrinación a La Meca una vez en la vida) ronda el 20% del total, señala Javier Rosón, antropólogo y experto de Casa Árabe. Barcelona es la única capital que carece de una gran mezquita con su minarete, pese a ser la que acoge a más devotos.
Educación
Las confesiones islámica, judía y evangélica gozan de los mismos derechos que la católica (bonificaciones fiscales, atención espiritual en centros hospitalarios o penitenciarios, promoción del patrimonio inmaterial) desde los acuerdos con el Estado Español de 1992. Estos garantizan la enseñanza del islam para los 281.725 escolares musulmanes presentes en Primaria, Secundaria y Bachillerato, de acuerdo a Ucide, pero la escasez de profesores habilitados (48 para todo el país) les impiden disfrutar de ese aprendizaje. En Andalucía existe una veintena de docentes para casi 45.000 alumnos. En Canarias hay uno para casi 9.000 estudiantes.
Políticos
No hay partidos musulmanes, pero la presencia de políticos españoles musulmanes es habitual en las dos ciudades autónomas.
Mustafa Aberchán, líder de Coalición por Melilla, se convirtió en 1999 en el primer presidente autonómico de esta confesión. Su compañera Salima Abdeslam fue la primera parlamentaria en vestir el hiyab (pañuelo islámico) en ese parlamento en 2005. Fátima Hamed hizo lo propio en Ceuta en 2007. Hamed fundó en 2014 el Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía, transformándose en la primera musulmana que aspiraba a un gobierno regional. «Entiendo que de Algeciras para arriba parezca raro, pero aquí es normal. Soy musulmana sin complejos, española y de izquierdas. No entiendo por qué debería esconderme», presume en conversación con 20minutos.
Convivencia
Las comunidades cristiana y musulmana viven en «coexistencia pacífica», según el antropólogo Javier Rosón, pero la permeabilidad entre ambas es escasa.
«La islamofobia no alcanza en España el nivel de otros países europeos gracias a que el porcentaje de practicantes sobre la población total pequeño y a que su integración se produce a través del mercado laboral. Los problemas son mínimos, pero no existe reconocimiento mutuo debido a prejuicios históricos o culturales y al proceso lógico que sigue un migrante de refugiarse en su propia comunidad cuando cambia de país», explica Rosón. «En Ceuta hay cierto recelo, pero hemos convivido muchos años. No hay enfrentamiento», añade Nayat Mohamed, diputada por la coalición Caballas. «La sociedad acepta la presencia musulmana con normalidad ciudadana, aunque permanezca un cierto porcentaje a quienes no les gusta nuestra visibilidad», recoge el informe de la Ucide presentado en 2015. Alfonso Casani, investigador de la Fundación de Cultura Islámica (Funci) y autor del balance sobre la islamofobia en España 2015, alerta de que las denuncias se multiplicaron por cuatro (hasta llegar a 200) en el último año, por lo que recomienda cambios desde el punto de vista nivel político, educativo, mediático y sancionador para evitar la difusión de conductas islamófobas.
Radicalización
Interior vigilaba a principios de 2015 hasta mil de las 1.427 mezquitas registradas, pero solo detectó riesgos en el 15% (150), como publicó 20minutos. Hoy, etiqueta como fundamentalistas un centenar de ellas, aunque eso no significa que en ellas se predique la violencia. El índice de radicalización, un medidor no público del Ministerio, señala 34.448 lugares (mezquitas, oratorios, teterías, tiendas de comestibles, locutorios) donde podría crecer el germen extremista. Cataluña, con 9.836 puntos y una elevada presencia de salafistas, acapara el 29% del riesgo de radicalización en España, seguida de Madrid (10%, 3.288 localizaciones), Andalucía (13%, 4.535), Comunidad Valenciana (11%, 3.758) y Murcia (8%, 2.789).
Operaciones
El Grupo de Estudios sobre Seguridad Internacional (Gesi) de la Universidad de Granada contabiliza 90 operaciones contra el yihadismo desde los atentados del 11-M (2004). La mayoría (el 30%), se produjeron en la provincia de Barcelona. Fernando Reinares, director del programa sobre Terrorismo Global del Real Instituto Elcano, lo atribuye a la proliferación del extremismo en la provincia como consecuencia de la concentración de salafistas y de las dificultades de adaptación de los musulmanes a una sociedad que vive su propio conflicto identitario (catalán-español). Conversos, jóvenes de segunda generación y mujeres constituyen el nuevo perfil de los yihadistas, según la investigadora del Elcano Carola García Calvo. Su radicalización, afirman ambos especialistas, se debe a la exclusión social, el desarraigo y la falta de oportunidades.
Alerta
España permanece en alerta 4 (riesgo alto) desde junio de 2015, tras los ataques yihadistas en Francia, Túnez, Kuwait y Somalia.
Aunque esta ha sido la primera legislatura sin atentados (el último asesinato fue cometido por ETA en 2010 en suelo francés), el último informe del Consejo de Seguridad Nacional recoge que las redes de reclutamiento de yihadistas para combatir en Siria e Irak se han implantado en España. También sostiene que nuestro país «comparte el nivel de amenaza soportado por la UE», a pesar de que ninguno de los 75 presuntos yihadistas detenidos en 2015 éstaba en posesión de armas o explosivos. El único zulo atribuido al EI, que contenía armas cortas, pertenecía a una célula inactiva desde hace años y se encontró en Ceuta. Jesús Núñez, Codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH), asegura que España no es «objetivo preferente» del terrorismo yihadista, aunque el auto denominado Estado Islámico ha reivindicado la reconquista de Al Ándalus hasta en una docena de ocasiones el año pasado, según el recuento del profesor Manuel R. Torres, miembro del Gesi.
Soluciones
La diputada Nayat Mohamed, que ha trabajado con población en riesgo de exclusión, reivindica la «interculturalidad» entre credos antes que la «integración» forzada y reclama inversión pública para acabar con el «abandono institucional», la «marginalización» y la «estigmatización» de los colectivos vulnerables. José María Gil Garre, analista del Instituto de Seguridad Global, alerta de la necesidad de conformar «sociedades integradas» que no permitan la exclusión de la ciudadanía: «Todos los miembros deben sentirse concernidos, de tal manera que se evite al máximo la permeabilidad que tantos sujetos presentan a los mensajes yihadistas». La solución militar, añade, solo es efectiva allí donde los radicales emplean la guerra. En Europa, asegura, la forma de combatirlos es emplear a las fuerzas de seguridad y los servicios de espionaje, además de las políticas de acción social. El Centro Nacional de Inteligencia, por ejemplo, ha reforzado la lucha contra el yihadismo en su plan 2015-2020″.
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