El 30 de enero se celebraba en todo el mundo el Día Escolar de la No Violencia y la Paz. Una fecha marcada en rojo en el calendario de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) porque, sin duda, el principal objetivo de las organizaciones que trabajan con personas refugiadas es que nadie tenga que huir de su hogar a causa de las guerras, violencias o conflictos de ningún tipo. Este año, por tanto, debería de ser clave para dar respuesta a los numerosos conflictos que han hecho del 2015 el año más fatídico desde la II Guerra Mundial, tanto por la cantidad de personas que han tenido que elegir entre una maleta o un ataúd, como por las víctimas inocentes de las guerras y el terrorismo.
La iniciativa simbólica del CEAR Colegios Tierra Refugio tiene como objetivo transformar las escuelas en espacios que promueven la paz y el respeto a los derechos humanos, como es el Derecho de Asilo. Entre las propuesta del CEAR en este sentido, la de Ciudades Tierra de Asilo cuenta cada vez con un mayor número de adhesiones.
El colegio Montserrat de Madrid es el primero que se ha sumado a la nueva propuesta Colegios Tierra Refugio -centrada en una educación para la paz y la acogida- que se ha dirigido a las escuelas de todo el Estado. Para ello esta escuela ha programado varias actividades, como la elaboración de murales dedicados a las personas refugiadas y la lectura de un manifiesto en las aulas destinado a apoyar las políticas de acogida, más necesarias que nunca tras los graves retrocesos de las últimas semanas.
Manifiesto del Colegio Montserrat
“Paz. Es una palabra que abarca tantas cosas y con la que se nos llena la boca continuamente, como si simplemente pronunciándola fuera a cambiar algo, y ni siquiera acabamos de comprender su significado. Cuando la oímos pensamos en el alto de conflictos armados, en el cese de la violencia callejera, en lo que se ve, en lo que nos enseñan…, conflictos que van mucho más allá de un bombardeo y que algunos simplifican hasta dejarlos en meros hechos sensacionalistas. Entonces nos decimos que eso queda lejos, que a nosotros no nos llega porque… ¿Porque somos mejores? Porque la principal distancia no es la física, es la que nosotros imponemos internamente, dividiendo el mundo en dos, una parte buena y una mala, una formada por humanos, y la otra… la otra, obviamente, también”.
“No desembarcan en la isla de Lesbos donde ahora cada cuenta de arena es un sueño roto, ni llegan a las fronteras después de días hacinados en un camión por voluntad propia. Se ven obligados a ello, no vienen a conquistarnos ni a quitarnos el trabajo, vienen para no perder la vida, que en muchos casos es lo único que les queda. Llegan a sitios en donde nada les es familiar, cambian el idioma, las costumbres; caminan por tierras vacías, vacías de recuerdos, de vida en común, en definitiva, cosas que no son cosas y hacen que, aunque el paraje sea hostil, lo llames hogar. Su identidad les ha sido arrancada, su cultura convertida en polvo, y mientras tanto, lo único que llega a Europa es el dinero que la tragedia genera”.
Además del manifiesto, las paredes del colegio se tiñeron de historias de personas refugiadas, que recordaban que “Sin hogar no hay paz” y trataban de lanzar un mensaje al mundo para que deje de mirar hacia otro lado mientras miles de personas siguen muriendo buscando un refugio.
* Si formas parte de un colegio, y quieres sumarte a esta iniciativa o sensibilizar acerca de la situación de los refugiados puedes ponerte en contacto con elena.mendez@cear.es
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